José Tomás, el pasado 5 de junio en Las Ventas (Foto: Vicente Casado ‘Vicentin’)
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
José Tomás volvió el domingo a Madrid para acrecentar su leyenda. A dar más categoría a ese mito de carne y hueso que es el torero de Galapagar. Tarde de triunfo y de sangre en una actuación de desgarrada épica. De emoción y de una entrega absoluta, muy por encima de lo que cualquier aficionado pueda exigirle. Lo suyo fue un alarde de valor y de torería bañada en una gran verdad.
El listón de José Tomás es el propio torero. Ya da miedo. El mismo que pasamos todos los que el domingo 15 de junio nos sentamos en el granito de Las Ventas. Los análisis no valen. Todo se cae por su propio peso. Ante tanda verdad no cabe nada. La emoción no tiene precio; no se mide ni se calibra, sólo se siente y te llena. Todos los toreros que salen al ruedo lo hacen a jugarse la vida. Cierto. Pero indiscutiblemente, éste sí que lo hace de verdad.
El domingo en Madrid se vio la otra cara del toreo de José Tomás. Que no es la principal, pero sí complementaria. La principal es la que interpretó el 5-J cuando inmortalizó un toreo puro y profundo que le valió para pasear cuatro orejas. La de este domingo fue la cara de un valor sin límites y una entrega total que le hace triunfar a sangre y fuego, independientemente del toro que tenga delante. Y en esta ocasión fueron dos prendas con olor a cloroformo en sus arrancadas.
José Tomás volvió a triunfar este domingo 15 de junio en Las Ventas con muchísima fuerza, y su gallardía y redaños le hicieron cortar tres orejas de oro. El precio de este gran premio fue muy alto, ya que sufrió tres cornadas, además de unas cuantas feas volteretas.
Cambió la salida por la Puerta Grande de la plaza más importante del mundo por la enfermería, en un alarde de vergüenza torera donde tocó la gloria. Su séptima puerta grande tuvo tintes dramáticos, pero eso cabe en este torero. Es parte de su ser y de la forma de entender este arte.
Las Ventas volvió a llenarse hasta la bandera. Un reventón tremendo. La reventa volvió a batir cifras astronómicas. La expectación que envolvía el festejo era desbordante. El interés creció más todavía que la tarde de su regreso a esta plaza el 5 de junio. José Tomás ya sobrepasa lo estrictamente taurino. Es un gran revulsivo para la Fiesta.
La corrida del Puerto de San Lorenzo decepcionó y no recordó a los éxitos del año pasado en esta misma plaza. Sólo pasaron el reconocimiento veterinario cuatro toros; bien presentados, todos tuvieron un comportamiento muy deslucido y alguno con mucha guasa. El encierro se remendó con dos toros de Cortés (línea Los Bayones) que tampoco resultaron propicios.
El primer ejemplar de José Tomás fue un manso huidizo que huía hasta de su sombra y que salía del muletazo en estampida. Además, por el pitón izquierdo embestía con violencia y genio. José Tomás se mantenía impávido, exponiendo mucho. En terrenos del “4” hubo dos series sobre la derecha con la muleta muy puesta para que el manso no se fuera. Logró el torero muletazos excelentes a base de jugársela sin ningún tipo de aspavientos. En uno de ellos el toro se lo echó a los lomos y le volteó (salió herido en cara y un corte en la mano izquierda). El de Galapagar volvió a jugarse los muslos sin rectificar nunca y trató de encauzar unas embestidas que parecían imposibles con un valor tremendo y difícil de explicar, por lo que la oreja fue de peso.
Dos orejas y enfermería
Las dos orejas se las cortó al sobrero de El Torero -que salió en quinto lugar tras devolverse por flojo el titular del Puerto-, al que toreó a la verónica de forma muy lenta y acompasada a pies juntos.
El toro se movió, pero sin clase y a oleadas. La faena tuvo dos partes: antes y después del percance. Primero, José Tomás le toreó con mucho pulso y belleza sobre el pitón derecho. Aguantó estoico la arrancada del primer muletazo con una firmeza y una impavidez que muy pocos son capaces. Enseñándole la muleta y las femorales por delante. Por el lado zurdo el toro cazaba moscas, se quedó debajo y sobrevino la cornada. El torero herido ni se miró. Prosiguió como si tal cosa y fue capaz de torearle despacio y sereno en dos series a pies juntos sobre la mano derecha que pusieron la plaza del revés. Es como si a la violencia del animal, el diestro respondiera con sutileza.
Con la plaza emocionada y rota, el de Galapagar fue capaz de esculpir cuatro manoletinas impresionantes. Se tiró como un rayo para matar, volvió a ser empitonado y el toro cayó rodado sin puntilla. La plaza entera explotó pidiéndole las orejas y gritándole ¡torero!, ¡torero!. José Tomás fue capaz de recoger las orejas, agradeciendo el reconocimiento del público y luego cruzó el ruedo por su propio pie camino de la enfermería, a pesar de ir herido de gravedad. Había dado toda una lección de torería. Siete orejas en dos tardes en Las Ventas. José Tomás tiene la Fiesta y el toreo rendido a sus pies. En dos actuaciones de distinto signo ha hecho historia, marcando la trayectoria de un torero que no tiene techo. Sólo el que el toro quiera. La historia prosigue.
El resto de la corrida no tuvo historia. Encabezó la terna “El Fundi”, que sorteó dos bueyes. Recibió muy bien de capa al cuarto en unos lances muy jaleados y con mucho mando. El quite también fue muy relevante, pero el toro, que había apuntado cosas buenas, al llegar a la muleta se paró, por lo que todo quedó en el limbo y “El Fundi” sólo pudo mostrarse tesonero y decidido.
Juan Bautista es una sombra del torero del año pasado. Ha vuelto a la línea vulgar y abúlica de sus comienzos y sale tocado de Madrid para el resto de la temporada. Sorteó el toro más manejable del lote del Puerto de San Lorenzo, el tercero, aunque se vino abajo pronto. Estuvo espeso y sin fibra en una labor sin sustancia. El sexto fue un toro feo y soso de Toros de Cortés con el que abusó de torearle muy despegado y en línea, aliviándose una vez tras otra y aburriendo hasta a las ovejas.
El torero recibe el alta médica
A primera hora de la tarde de ayer, José Tomás fue dado de alta, un día antes de lo previsto, de modo que ahora continurá su recuperación en su domicilio de Estepona. Afortunadamente, el diestro se encuentra ya muy recuperado de sus heridas. Desde el domingo ha permanecido ingresado en una habitación de la clínica La Fraternidad de Madrid. “Ha estado muy tranquilo, sin fiebre y con un buen estado de ánimo”, según las noticias que nos llegado desde su entorno.
El doctor Máximo García Padrós ha estado al tanto de su evolución y ha corroborado la buena evolución de las tres cornadas, así como de sus diversas contusiones
En unos 15 días el diestro quizá pueda volver a los ruedos, no porque el percance no haya revestido gravedad, sino porque los toreros están hechos de una pasta especial. Por lo pronto, José Tomás pierde su compromiso de hoy en Alicante; tampoco podrá hacer el paseíllo el próximo lunes en Badajoz y la vista está clavada en que pudiera reaparecer el 28 de junio en la corrida que tiene firmada en Algeciras, aunque en estos momentos no se puede asegurar nada. Esperemos que el torero se recupere satisfactoriamente y vuelva a los ruedos para hacernos disfrutar a todos con su excelsa tauromaquia.
Valor consciente
Desde el pasado domingo han llegado a mis oídos muchas idioteces. Hay gente que no quiere o no entiende la tauromaquia de José Tomás. Este torero no es un lila. No es un loco. Tampoco un osado. No pretende que los toros le cojan y le hieran. Que quede claro. Pisa terrenos muy comprometidos, donde los toros embisten o cogen. Nadie debe juzgar al que arriesga demasiado. Sí valorarlo y admirarlo.
Nos pasamos la vida criticando a la mayoría de diestros del escalafón porque no exponen y abusan del truco y de la técnica, y llega uno que rompe esquemas y pone más de verdad que nadie y hay quien se permite censurarlo.
El primero que sabe el riesgo que asume es el propio torero. Es una entrega absoluta. Un compromiso real con el toreo. Una responsabilidad máxima y un respeto total por sus miles de seguidores y partidarios. Y debemos halagarlo y contarlo.
José Tomás prefiere la cornada antes que un paso atrás o tener que rectificar. Pero eso no da licencia a decir que quiere que le cojan. Ni quiere morir en la plaza. Eso es un absurdo. Una falacia. Una idiotez amasada por sus detractores. José Tomás es un mito, un fuera de serie, un revolucionado, un salvador que ha puesto la Fiesta del revés. Pero también tiene detractores. Como todos los grandes.
Quiere torear como los ángeles, bordar el torero como lo hizo el pasado 5 de junio en la cátedra venteña. Pero ese día se enfrentó a dos bravos toros de Victoriano del Río. El pasado domingo el guión era otro y eran dos animales difíciles y peligrosos. José Tomás quiso triunfar y volver a conquistar el corazón de todos los aficionados. Y lo hizo. Lo pagó con el tributo de su sangre. Capaz de torear como nadie al bueno e imponerse al malo. Ambas vertientes son impactantes. Se impuso y cortó tres orejas y conmocionó Madrid. Por eso marca la diferencia.
Premio Paquiro
Por otra parte, en la noche del pasado martes fue entregado en la Bolsa de Madrid el II Premio Paquiro, que concede el diario El Mundo. El premio no pudo ser recogido por José Tomás, al encontrarse aún convaleciente. El galardón lo recibió en su nombre la madre del torero, Isabel Martín, que leyó un escrito realizado por el propio diestro. “Torear es vivir y vivir es torear. Este año me he sentido vivo porque he toreado como yo lo siento”. José Tomás también dejó constancia de que en su regreso a los ruedos se ha sentido “amparado y comprendido” y añadió que su vuelta es “un sueño cumplido”.