Opinión

Guirigay en el PP

PUNTO DE VISTA

Joaquín Castellón

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Escribía hace un año que los señores Acebes, Zaplana, Astarloa y hasta el mismo Mariano Rajoy estaban ya amortizados en el Partido Popular, previniendo que perderían las elecciones, y por ello el partido los arrinconaría. Sus puestos serían ocupados por otras personas más centradas, razonables y alejadas de la crispación. Respecto a la amortización de los tres primeros no me equivoqué, pero en cuanto el señor Rajoy se me ha complicado la predicción. Como la realidad siempre supera la ficción, después de las dudas de la noche electoral y días posteriores, el señor Rajoy se hace aparentemente con el partido y da muestras de cambios en el equipo. No voy a repetir todo lo que el lector conoce. El sector duro e integrista (no suele gustarles que les califiquemos de ultraderecha) tal vez pensó que las cosas seguirían como en las anteriores elecciones de 2004, sin ningún cambio en el aparato, eso sí, simplemente cambiando el líder. No era tan descabellado pensar en un cambio de líder, ya que había perdido dos elecciones.

Sin poder, o sin querer llegar al congreso de junio, destacados miembros del PP han revelado la situación, han hecho estallar la crisis. Casi todos los que hablan atacan al señor Rajoy, y los que lo defienden están más agazapados ahora que antes, tal vez esperando el desarrollo de los hechos. Desde el núcleo integrista mediático -la cadena de los obispos y El Mundo, fundamentalmente-, le acusan de romper España, de acercarse a los nacionalistas para negociar con ellos, de antipatriota, de deshonrar a las víctimas del terrorismo y le insultan, es decir, lo mismo que se hacía y se decía del PSOE desde el PP durante toda la legislatura pasada con el señor Rajoy a la cabeza. No creo que a Mariano Rajoy le queden muchas ganas de manifestarse con los obispos en el futuro. ¿Ha dudado o dudará a la hora de marcar la casilla en la declaración de la Renta?.

La señora Esperanza Aguirre dice que las cosas en la dirección del partido se hacen muy mal y que los cambios también van por muy mal camino, sin mayores concreciones. María San Gil le dice a su presidente que ya no le tiene confianza, pero no el por qué. Le descalifican explícitamente Aznar, Ana Botella, Mayor Oreja, Arístegui y muchos otros. Rajoy se defiende alegando que no ha cambiado nada. Manifestaciones en la sede del PP de Madrid. Piden su dimisión. Nadie le propone como candidato. Ningún grupo explica sus puntos programáticos. ¿No vienen al caso aquellos diálogos del inefable Gila? Se presenta al señor Fraga como casi un izquierdista. ¿Alguien puede explicarme lo que les pasa? ¿Por qué van tan directos al cuello del señor Rajoy?.

Intento contestar las preguntas, nada seguro de acertar en este juego surrealista: aquel comportamiento unitario del PP sobre la guerra de Irak; la teoría de la conspiración; el seguidismo a ojos cerrados de todo el partido; el desprecio al sentimiento común de los españoles; la crispación de la vida política; las acusaciones del desmembramiento de España, etc. ¿No habrán hecho mella en la lógica del raciocinio de un respetable número de dirigentes del PP? ¿O será la penitencia por sus pecados? ¿Y si sólo fuese una encarnizada lucha por el poder? En el mismo partido no cabe desde el centroderecha a la ultraderecha. ¡Vaya usted a saber!.
¿Resistirá el señor Rajoy hasta el congreso de junio? ¿Saldrá como presidente del congreso? ¿Será el candidato dentro de cuatro años? Que quieren que les diga: yo no me jugaría dos duros por el señor Rajoy como presidente del PP.

De cumplirse estas expectativas habría acertado en mi predicción de amortización del señor Rajoy, pero por el lado opuesto al que yo preveía, y eso es como no acertar. Retiro definitivamente la palabra guirigay del título y la cambio por la de cachondeo, mejor aún, por guerra encarnizada por el poder.

Acabo de escuchar al señor Rajoy diciendo: yo sigo. Y mientras tanto, el PSOE de rositas.