El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
No creo que nadie pensara hace un año que el gobierno en Galapagar iba a ser precisamente un camino de rosas, pero quizá tampoco que la situación fuese tan complicada y que, consumido sólo un cuarto de la legislatura, el desgaste haya sido tan importante para el Equipo de Gobierno, que en este tiempo ha visto cómo una concejala renunciaba a sus competencias y cómo pleno tras pleno se suceden las sorpresas, de modo que muchos temas se quedan sobre la mesa, a la espera de que vuelva la unidad inicial del cuatripartito, que cada vez parece más lejana, puesto que las voces críticas van creciendo y las discrepancias se ponen de manifiesto con claridad. El camino recorrido ha sido difícil, pero todavía lo es más el que queda por delante, ya que el Ejecutivo afronta este tramo con un escaso bagaje y sin grandes proyectos que poner en marcha. Hasta el momento, la precaria situación económica del Ayuntamiento ha servido como coartada, pero a medida que los meses avanzan poco sabemos del esperado plan de saneamiento, ni tampoco del presupuesto para este ejercicio, que debería ser una medida fundamental para intentar arrancar y hacer realidad lo de apretarse el cinturón, algo que más que nunca es necesario, porque a la situación de la hacienda local se ha unido la crisis económica a nivel general, que ha afectado principalmente al sector de la construcción, lo que ha reducido considerablemente los ingresos por licencias. En este sentido, cabe hablar de un error de cálculo por parte del Ejecutivo, puesto que la retirada del Avance del Plan General obliga a empezar de cero, poniendo freno a una posible fuente de financiación, no sólo a través de ingresos directos, sino también por las correspondientes cesiones, que permitirían la puesta en marcha de infraestructuras que siguen siendo imprescindibles para el futuro de Galapagar.