Agencias | Miércoles 22 de octubre de 2014
El secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, advierte a su homólogo italiano, Andrea Ronchi, sobre los efectos negativos de la nueva política de inmigración italiana impulsada por el gobierno de Berlusconi.
Tras la aprobación de un durísimo paquete de medidas contra la inmigración ilegal, ayer en Italia, su ministro de Política Comunitaria, Andrea Ronchi, acudió a Madrid para explicárselo al Gobierno español, el que ha mostrado su desagrado por una reforma que convierte a los indocumentados en delincuentes.
La recepción estuvo a cargo del secretario de Estado Diego López Garrido, quien trató de minimizar las evidentes diferencias con su huésped. Garrido reiteró en una docena de ocasiones su "respeto" por las decisiones del Gobierno italiano y la "legitimidad" de éste para tomarlas. Sin embargo, en un momento, reconoció que, "con toda franqueza", España tiene una "doble preocupación" porque el rumbo inmigratorio que ha tomado Italia "no es el mejor para avanzar hacia una política común europea" sobre inmigración y "puede afectar negativamente a países del entorno".
López Garrido explicó que España podría verse afectada con esta nueva política italiana, porque al no existir fronteras entre ambos países, "convertir la inmigración ilegal en delito puede derivar flujos migratorios de forma desproporcionada hacia otros países". A lo que Ronchi respondió ofreciendo garantías de que, al menos, esta medida no se aplicará con carácter retroactivo; es decir, no se tratará como delincuentes al millón de inmigrantes ilegales que se estima viven ya en Italia.
El ministro italiano justificó las medidas represivas apelando a la "grave emergencia de seguridad que sufre Italia y que Europa debe entender", aunque admitió que en realidad responden a una vieja aspiración del partido en el que milita, la posfascista Alianza Nacional, y no sólo en sentido cronológico. Asimismo, Ronchi condenó los ataques contra campamentos de gitanos rumanos en Italia, que se mostró partidario de reprimir con dureza, pero lo atribuyó a una "reacción social" ante el intento de secuestro de un bebé de seis meses por parte de una gitana.
Aunque calificó el racismo de "estupidez del alma", mezcló continuamente inmigración y delincuencia y evidenció que las nuevas medidas no responden sólo a un problema de inseguridad ciudadana, sino a un planteamiento ideológico cuando dijo que Italia "ha cambiado de registro político y cultural".
Pese a las patentes discrepancias, fuentes del Ministerio español de Asuntos Exteriores aseguraron que la entrevista, de algo más de una hora, se desarrolló en un clima cordial y que los malentendidos entre ambos Gobiernos estaban aclarados.