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“Hay gente que se sirve de la política para hacer carrera”

Teresa Berganza, vecina de San Lorenzo desde hace años, compagina sus actuaciones con la enseñanza musical
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La más internacional de nuestras mezzosopranos, Teresa Berganza nos recibe en su vivienda de San Lorenzo de El Escorial, donde reside desde hace 30 años. Situada en la Casa de la Reina, justo frente a la Basílica del Monasterio, Berganza se siente una privilegiada. Algo cansada tras el día anterior -cuando asistió a un concierto de su amigo y director de orquesta Abbado-, transmite sin embargo una gran vitalidad. Aclamada en todo el mundo, ha recibido numerosas distinciones, como el Premio Príncipe de Asturias o Medalla de la Real Academia de Bellas Artes; además, es la primera mujer y cantante que ingresa en esta prestigiosa institución. También pertenece al Instituto de España y posee la Orden de las Artes y Las Letras Francesa. A su padre le debemos que le sacara del convento en el que ingresó con 15 años y le animase a estudiar música. “Fueron unos padres fuera de serie en momentos difíciles de la guerra. En la música le debo a mi padre todo lo que soy. Era un ser especial, muy culto y todo eso nos lo transmitió”, señala Teresa Berganza,la pequeña de tres hermanos.

¿Cuándo decide dedicarse profesionalmente al canto?
Cantaba en los coros y a los 16 años empecé a estudiar solfeo, piano, órgano y música de cámara, pero todavía no había decidido que me iba a dedicar al canto. Se ve que lo hacía tan bien que a los tres años ya estaba cantando y debuté en el Ateneo de Madrid en 1955, con 20 años.

¿El artista nace o se hace?
Para la música tienes que nacer con oído, el color de la voz, la facilidad y además ser una artista porque eso es muy difícil. La artista nace, y luego se va perfeccionando.

Reconoce que le ha gustado “jugar a ser diva”, aunque dice también que ahora cada vez menos. “Ser diva es una cosa más de mujeres; te gusta que te alaguen, te mimen, que te pongan la alfombra roja ... Es un poco el juego de la Cenicienta. Yo de joven nunca pensé que iba a tener esos momentos de gloria. Me acuerdo que la primera vez que canté en Nueva York me pusieron una alfombra roja desde el camerino hasta el piano para que no me manchara el traje; aquello me pareció increíble”.

Pero en el día a día, Berganza es una persona muy normal. “Cuando no tengo nada que hacer me encanta dormir y quedarme en la cama hasta tarde, o leyendo. Luego doy mis paseos, estudio casi todos los días, trabajo mi voz, estoy con mis hijos y con mis amigos”.

¿Por qué muchos de nuestros mejores artistas triunfan fuera y son más apreciados que en su propio país?
No sé el motivo exacto, pero yo veo que hay mucho amiguismo y política musical. Yo he sido muy libre y no he dependido nunca de nada ni nadie. Pero hay personas que se han servido de la política y del amiguismo para hacer carrera dentro de España. Yo eso no lo he hecho nunca. Cuando empecé no había tantos auditorios, ni orquestas, ni ópera; pensé que me tenía que ir de España porque aquí no iba hacer nada y cada vez estoy más contenta de haberme ido. En esa época la Ópera de París y la Scala de Milán eran lo más grande. Yo recomiendo a mis alumnos que se marchen fuera, que les oigan fuera, porque es donde muchísimos artistas españoles hemos triunfado.

¿Cómo decide instalarse definitivamente en San Lorenzo?
Mis padres nos traían de pequeños aquí a pasar el domingo. Mi padre decía que era para los ricos. Hubo un momento en mi vida, hace 30 años, que dije: ‘Me voy a San Lorenzo de El Escorial’, y aquí me he quedado. Es algo que he escogido yo y he luchado mucho por este apartamento, pero no fue fácil. Creo que éste es uno de los privilegios que puedo tener en la vida. No sólo por la casa, que es una preciosidad, sino porque sales de aquí y te puedes ir a pasear a La Herrería, al Jardín de los frailes, subir a Abantos. Me gusta mucho la naturaleza... esto es un privilegio absoluto.

Es hija adoptiva de San Lorenzo. ¿Cómo es su relación con la población?
Me siento muy querida y respetada por los vecinos. Es un pueblo donde ha vivido gente muy conocida y tampoco ven tan importante que esté aquí una cantante.

Cuándo se sube al escenario, ¿cómo se siente? ¿el público impone?
Siempre me ha impuesto mucho. Pero el sentido de la responsabilidad es tan grande que sabes que hay que hacerlo lo mejor posible. Pero basta que tengas una mala noche o cojas frío para que estés un poco mal. Siempre he procurado estar bien, cuidarme mucho. Eso me ha llevado a privarme de muchas cosas, pero luego es muy bonito. Cantar, entregarte y hacer feliz a lo mejor a 3.000 personas a la vez y ser feliz una misma hace que se olviden los sacrificios.

Usted ha sido requerida por grandes directores como Abbado, Baremboim, Karajan o Mutti. ¿Cree que esto le ha ayudado?
Naturalmente, eso te ayuda a ser mejor porque son grandes personalidades de las que aprendes muchísimo, pero también pienso que cuando ellos me han escogido a mí ha sido por algo. En una época en la que el canto Rossiniano y Mozartiano estaba un poco de capa caída, salí yo y aquello fue estupendo para mí y para todos los demás. Más que especializarme, es que mi voz era para ese tipo de música.

De su manera de cantar dicen los expertos que es “impecable”, con un estilo “exquisito”, delicadeza musical y fantasía poética. ¿Pero cuál cree que es la clave de su éxito?
El éxito de una voz es que tenga un color especial, que llegue a los sentimientos. Que el artista funcione dentro de esa voz. Creo que he reunido todas esas cualidades, porque hay muchas voces que no llegan a serlo porque no son más que eso.

Sus interpretaciones destacan porque se mete en la piel de los personajes...
El privilegio de los cantantes es hacerlo sobre un texto. Un pianista no tiene más que la música, los cantantes partimos de un texto en el que apoyarnos. Los cantantes que no pronuncian bien o no se apoyan en el texto no dejan de ser más que cantantes, pero no artistas, no transmiten todo lo que se puede a través de la palabra. La ópera es un espectáculo teatral.

De los personajes que ha interpretado, como Cherubino, Zerlina, Dorabella, Rossina, Carmen… ¿de cuál se siente más orgullosa?
Los papeles que cantas son como tus hijos: primero los has preparado estudiado, y luego salen a la luz. Yo no he hecho ningún papel que no haya querido, a todos los he amado, aunque, como con los hijos, siempre hay uno que te apasiona más que otro. Me siento orgullosa de todos porque no he hecho ninguno que no me hubiera ido bien.

Su interpretación de Carmen de Bizet supuso una revolución...
Si, Carmen marcó un hito porque era un repertorio totalmente diferente al mío. La cantaba mucha gente y muy bien. Pero entramos en la partitura y la novela de Mèrimèe, profundicé sacándole todo el jugo que debía. Cambié la idea que se tenía de la española y la gitana como un poco ordinaria. Yo creo que tiene gracia y elegancia. Le di un giro al personaje, sacándole la raza de la mujer libre.

¿Se identifica con Carmen?
Si, me sentí identificada en aquel momento. Por la educación que recibí, no en casa, porque mi padre era muy liberal, sino en la escuela. Me dí cuenta de que ese personaje me fascinaba y que quería poder decidir por mí misma.

Conoció a María Callas con sólo 23 años. ¿Qué recuerda de ella?
Fue muy generosa y encantadora. Me demostró que me quería. Cuando terminé de cantar no me atrevía a saludar y ella quiso que yo recibiera la ovación y me dio la vuelta para ponerme cara al público.

Con más de 50 años dedicada a la música ¿piensa en retirarse?
Son ya 52 años de trayectoria. Creo que estaré siempre, enseñando, en concursos ... pero dejar de cantar lo haré en cualquier momento.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Ahora me voy a actuar en París y luego en Buenos Aires y San Petersburgo. En verano voy a hacer unas Master Class en Arganda y ofreceré un recital en Santander..