El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Josef Fritzl, un austriaco de 73 años, secuestró y violó sistemáticamente a su hija durante 24 años en el sótano de su casa. El hombre ha admitido los abusos sexuales y que tuvo siete hijos con su hija Elisabeth, que hoy tiene 42 años.
Este ingeniero jubilado también ha reconocido que se deshizo del cuerpo de uno de los gemelos que dio a luz su hija en 1996 y murió a los tres días de nacer quemándolo en el horno de su casa.
Mientras Fritzl es trasladado a prisión, un equipo de 14 especialistas continúa la búsqueda y los análisis de huellas en el calabozo subterráneo de varias habitaciones donde Elisabeth y tres de sus hijos han vivido.
La policía ha reconocido que quedan aún muchas cuestiones por aclarar, como, por ejemplo, la forma en que Fritzl atendía a su hija y a sus nietos-hijos con comida y vestimenta, o cómo fueron los siete partos de Elisabeth.
Este caso de incesto se descubrió el pasado domingo, cuando una de las hijas, de 19 años, fue internada en un hospital local a raíz de una enfermedad genética típica del incesto.
Elisabeth, que fue llevada, junto con sus hijos y su madre, a un hospital psiquiátrico regional, se hallaba en un estado psíquico deplorable y daba la impresión de tener 20 años más, han afirmado fuentes policiales.
La mujer estuvo cautiva desde los 18 años en un sótano sin luz natural en los bajos de la casa sin que nadie, ni siquiera su madre Rosemarie se diera cuenta de la situación. De hecho, la policía va a investigar el papel de la mujer, de 67 años, en esta macabra historia.
Tres de los hijos, de 19, 18 y 5 años, no habían visto la luz del día hasta ahora y permanecieron siempre con la madre en el escondite, sin que las autoridades sospecharan nada durante años, mientras que los otros tres fueron "adoptados" por el matrimonio Fritzl y hacían una vida que los vecinos y compañeros de escuela consideraban normal.
Josef Fritzl había creado la leyenda de que Elisabeth, había abandonado la casa y se había ido con una secta religiosa, lo que apoyó con cartas que obligó a escribir a su hija para justificar esta versión.
No es la primera vez que Austria se despierta con un caso de estas características. La aparición hace menos de dos años de Natascha Kampusch tras estar ocho desaparecida y metida en un sótano cerca de Viena fue quizá el caso que más conmocionó a la sociedad alpina.