El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Según confirman fuentes oficiales, China se reunirá con representantes del Dalai Lama, líder espiritual y político de Tíbet. Esto como consecuencia de las constantes peticiones por parte del líder espiritual tibetano. Sin embargo, según el propio el Dalai Lama, todavía no ha recibido ninguna comunicación al respecto.
Se espera que a través de estos contactos y consultas, el Dalai dará los movimientos adecuados para detener las actividades contra China, parar la incitación a la violencia y dejar de interrumpir y sabotear los Juegos Olímpicos de Pekín. China había responsabilizado al Dalai Lama de los disturbios del pasado mes de marzo en Lhasa, capital tibetana, que fueron el origen de la actual ola de protestas por todo el mundo contra el régimen comunista chino. Sin embargo, la cita de ese posible encuentro no ha llegado hasta el Dalai Lama, quien se encuentra exiliado en India desde 1959.
Con todo el clima de presión internacional acentuados por los repetidos intentos de boicoteo al recorrido de la antorcha olímpica, China parece no tener más opción que buscar el diálogo. El último en presionar a Pekín ha sido el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Barroso ha reclamado al régimen chino que hay que permitir el libre acceso a Tíbet y abrir el diálogo con el Gobierno tibetano en el exilio.
China aseguró que reabriría pronto Tíbet a los turistas, tras haber cerrado los pasos fronterizos luego de los levantamientos pro independencia del mes de marzo. Tíbet permanece sellado por Pekín ante el temor del régimen comunista a la entrada de activistas durante el recorrido de la antorcha olímpica por la región.
Mientras tanto, la llama olímpica ha llegado a Japón, donde las autoridades han desplegado un fuerte dispositivo de seguridad ante la posibilidad de que se produzcan más protestas. Desde el aeropuerto de Tokyo la antorcha ha partido en autobús su camino hacia Nagano, donde arribará el sábado. El vehículo ha emprendido el viaje escoltado por varios coches policiales. Más de 3.000 policías se van a encargar de custodiar el recorrido para evitar cualquier tipo de altercados.