Lobo cojo sigue aullando y no precisamente por el frío y la lluvia que nos ha acompañado en los últimos días. Lo hace, además de por contemplar las fotografías que ilustran esta página, por los desmadres urbanísticos de un municipio que camina sin rumbo y hacia el caos más absoluto por el deterioro de sus infraestructuras básicas (tráfico, sanidad, educación, seguridad, etc).
Eso sí, los proyectos faraónicos están a la orden del día y puede que alguno hasta se haga realidad a corto plazo aunque ello suponga endeudar aún más las ya maltrechas arcas municipales.