Un Morante en plenitud reaparece en la plaza
de Vistalegre
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Morante de la Puebla volvió a los ruedos de una forma extraordinaria el pasado viernes en el Palacio Vistalegre de Madrid. A pesar de llevarse tres toros muy deslucidos y con apenas opciones, el sevillano mostró lo mejor de su excelsa tauromaquia. Se le vio en un estado espléndido, independientemente de que sólo cortara una oreja.
Se vio la mejor versión de este torero que cuando torea lo hace como ningún otro. Y en Vistalegre vaya si lo hizo. Estuvo muy centrado, queriendo mucho, con ganas sin guardarse nada y siempre queriendo apostar. No fue el Morante de mandanga, filigrana de muchas tardes, sino que mostró la mejor cara de su toreo. Un toreo caro que sólo practican los elegidos como él.
A su primero le recibió con unos lances majestuosos. De muñecas rotas y un perfecto dibujo. De ensueño. El quite por chicuelinas, primoroso. El toro duró muy poco, pero sirvió para que Morante bordara el toreo sobre la mano zurda. Tenía las orejas, pero un pinchazo y un bajonazo le dejaron sin premios.
El tercero de Núñez del Cubillo se apagó pronto y no quiso tomar los engaños. En otro momento Morante le hubiera despachado sin miramientos. Pero esta vez no.
Al sexto le faltó fondo, como a toda la corrida. La apertura fue preciosa, cargada de sentimiento. La tarde se iba y Morante apostó y regaló el sobrero. Este fue un toro bruscote y desclasado pero con la virtud de moverse. Sus lances de recibo fueron bellísimos. Una cadencia y un juego de muñecas que pusieron al público en pie. Unas verónicas perfectas y armoniosas que tardaremos en olvidar. Morante se decidió a tomar las banderillas, aunque sólo el último par tuvo el calificativo de notable.
La faena volvió a entusiasmar. Dos tandas en redondo sobre la mano derecha tuvieron gran profundidad y enjundia. Abrochó la faena con toreo accesorio embraguetado y sentido. Mató en la suerte de recibir y cobró una estocada caída. Se le pidieron dos orejas con fuerza y sólo se le concedió una, aunque daba igual. Morante reventó Vistalegre. Su temporada promete emociones. Ojalá no se tuerza.
Se esperaba la actuación del controvertido diestro mexicano Rodolfo Rodríguez “El Pana” un personaje en toda regla, singular, distinto, bohemio y hasta con su punto de gracia, pero es totalmente utópico que pueda funcionar en España. “El Pana” naufragó en Vistalegre.
Casi siempre torea por alto y sus faenas carecen de estructura, hasta que terminó por enfadar al público con el quinto, un toro que embistió muy bien por ambos pitones. Fue un gran toro, el mejor de la tarde, pero “El Pana” se entretuvo en desaprovecharle de mala manera.