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· La entrevista Antonio Ledesma ‘El Tragamillas’, con un problema de rodilla, apura todas las opciones de tomar la salida

“La ‘Tragamillas’ ya es una tradición, igual que las fiestas de San Antonio o Santiago”

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
El ‘Tragamillas’, haciendo su entrada en meta en la edición de 2007  (Foto: ARCHIVO)
El ‘Tragamillas’, haciendo su entrada en meta en la edición de 2007 (Foto: ARCHIVO)
Nació en Salamanca hace “12 lustros y cuatro cuartos”, como a él le gusta precisar. Antonio Ledesma El Tragamillas llegó sin cumplir el año a Collado Villalba y desde entonces ha corrido unos 110.000 kilómetros para convertirse en un icono del atletismo popular serrano y madrileño.El homenaje de la Media Maratón villalbina a su figura supone el reconocimiento a una trayectoria que le ha llevado a competir en maratones como las de Nueva York o Lisboa, además de en carreras sobrehumanas, como los 65 kilómetros alpinos, cubiertos en casi 8 horas , o la Media Maratón del Metro de Madrid, realizado sin apenas luz, pisando raíles y traviesas, y respirando aire viciado. El Tragamillas acredita 1:12:50 horas en la distancia que le rendirá tributo por segunda vez este domingo. Pero aún desconoce si el problema de rodilla que le viene castigando en el último mes le dejará tomar parte en su carrera.

¿Podrás correr, Antonio?
No lo sé. El viernes -por hoy- me dan los resultados de la resonancia, pero la cita con el médico es el martes. Lo intentaré, aunque sea a un ritmo más lento, en torno a 1:50 horas. Si me tomo un antinflamatorio espero acabar.

¿Cómo recuerdas la edición de 2007?
¡Uff! (ríe). Yo creo que no soy ése, porque no creo que ningún popular se merezca tanto para ser tan poco. Es demasiado. Me enorgulleció el homenaje, pero si he hecho esto ha sido por calidad de vida. Es un poco como lo de los dinosaurios, que dejas la huella y luego se reconoce. Recuerdo que cuando empecé apenas corría nadie. Todos jugaban al fútbol o iban en bicicleta. Recuerdo aquella primera carrera: salíamos del Bar de la Maruchi y llegábamos a la puerta del Quinto Infierno. Fue en 1972 y nació como una apuesta entre El Sombrita y yo.

¿Tienes la espina clavada de acabar el año pasado en 1:32:26 horas?
Sí, porque cuanto más especial es una carrera más especial es la marca.

La participación se ha disparado. ¿La Tragamillas te ha roto los esquemas?
Ha sido imprevisible. Me los ha roto. Conozco otras carreras que tienen muchos premios y se conforman con 500 atletas. La Tragamillas es una recién nacida y ya la conoce todo el mundo.

La carrera presenta bastantes desniveles y cambios de firme. ¿Se pasan de dureza?
No hay carrera suave o dura. Eso queda para los atletas. Los cambios de firme afectan para hacer marca, y los giros que hay en el Coto de las Suertes van a dificultar. Pero es que tampoco en Villalba hay opciones de plantear una media maratón en plano, aunque este año se ha suavizado algo sin la subida del Parque de la Coruña. Lo que sí digo es que a mí me gustan las dificultades, porque corro en montaña.

¿Qué consejos das al que debuta el domingo en una media maratón?
Lo primero, que pase un reconocimiento médico, porque una media maratón es muy exigente. Lo segundo, no salir con demasiada alegría, conocer el recorrido y distribuir la capacidad y los esfuerzos. La primera mitad de carrera es dura y no hay que exigirse. Y hay que beber aunque no se tenga sed. El objetivo debe ser acabarla a gusto, sin llegar desfondado.

¿Tienes algún favorito? El año pasado acertaste con Héctor Carmona...
Dentro de lo que sé, Israel García creo que no va a tener problema en ganar, porque tiene marcas muy buenas. De lo demás, como no he podido traer a varios amigotes que corren el domingo el Campeonato de España de campo a través, no sé decir, aunque a lo mejor aparece alguno de provincias que da la sorpresa.

Eres especialista en carreras de montaña. ¿Te siguen motivando las carreras urbanas?
El asfalto ya me motiva poco. En la montaña encontré otras cosas, y los resultados han sido mejores, ganando algunas carreras. Personalmente, la montaña ha encajado bien con mi cuerpo, que se ha adaptado a cosas como las tremendas bajadas que hay en los maratones alpinos.

Hablemos del anecdotario. ¿Qué te pasó en el Montón de Trigo?
Pues fue un día que subí en primavera y vi unas nubes muy negras. Yo iba en pantalón corto y sin nada más, intranquilo. Pero al llegar a la cima vi unos montañeros y me tranquilicé. Lo malo fue al bajar. Empezaron a caer unos copos gigantescos y tuve que refugiarme bajo unos pinos. Yo tenía el coche en el aparcamiento de Las Dehesas de Cercedilla y estuve a punto de no llegar. Lo hice medio congelado, casi no pude ni abrir el coche.

Acabamos volviendo a la Tragamillas. ¿Es ya una clásica asentada en el calendario?
Ya no le falta nada. La veo igual que las fiestas de un pueblo. Se ha quedado como una tradición que esperas que llegue en su fecha, como cuando llegan las fiestas de San Antonio o las de Santiago Apóstol. Es una carrera que ya no puede faltar.
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