Elvis Costello protagoniza el mejor concierto del festival

No importaba. Lo mejor estaba por venir. Y lo hizo con Elvis Costello y Allen Toussaint: mano a mano en la cumbre que dio como resultado el mejor concierto -de largo- de este quinto Viajazz. Empezaron con cierto rigor académico, pero pronto cambiaron de registro y convirtieron el campo de fútbol de Villalba en una fiesta en la que Costello fue el rey, un frontman que conserva el espíritu de la new wave y ha sabido enriquecerse con sus incursiones por el jazz, el pop, el soul y el blues. De todo hubo, aunque sobre todo rock’n’roll afilado y aguerrido, con Chelsea como primer gran momento de una actuación creciente que acabó en auténtica celebración, encadenando temas propios, otros del álbum The river in reverse (el que dio origen a esta gira) y algunos del propio Toussaint, un secundario de lujo junto a Steve Nieve -el pianista habitual del cantante británico- y una soberbia banda de metales que hizo frente a los rigores de la noche serrana levantando al público (media entrada) de sus asientos. Como en las películas de los hermanos Coen, aquí todo el mundo tiene algo que decir, aunque quien se explayó fue Costello: Pump it up, Allison, Clubland... un suma y sigue de aciertos en un concierto pletórico de ritmo.

Del disco conjunto con el compositor y arreglista de Nueva Orleans Allen Toussaint destacaron especialmente Tears, tears and more tears y un The sharpest thorn que dejaron para el final, coronando un espectáculo en toda regla que está ya entre los mejores de las cinco ediciones del festival.

Para terminar, Caetano Veloso
El último concierto de Viajazz 2007 fue el de Caetano Veloso, el sábado 14 de julio, consiguiendo más de dos tercios de entrada en un festival que en este sentido ha estado por debajo de anteriores ediciones (en 2006 Bob Dylan logró llenar y B.B. King no se quedó demasiado lejos). El brasileño compareció en formato acústico, con temas de su último trabajo, Çe, y por supuesto clásicos de su repertorio y versiones archiconocidas. Solventó con simpatía algunos deslices y estuvo más que correcto, pero al concierto le faltó ritmo. Dominó una elegancia íntima, aunque en un espacio tan amplio se quedase un tanto diluida y distante. Ésa es quizá una cuenta pendiente del festival: buscar nuevos emplazamientos para determinados conciertos.