Crónica de la feria de El Boalo
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
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Alberto Lamelas realizó lo mejor de la feria (Foto: Cedida) |
El pasado fin de semana se celebró la feria taurina de la localidad serrana de El Boalo, coincidiendo con sus fiestas de verano. Fueron dos festejos taurinos, una novillada picada y una de promoción sin caballos. Lo más brillante del serial vino el pasado domingo, 8 de julio, en la novillada con picadores, donde se lidió un buen encierro de la vacada colmenareña de Ángel Luis Peña. Un lote aparente, de cómodas cabezas y que ofreció muchas posibilidades a la terna por su nobleza, clase y potabilidad. Del encierro lidiado por Peña merece capítulo aparte el sexto novillo, que siendo el más completo de todos, no fue premiado con la vuelta al ruedo.Este galardón sí lo obtuvo el segundo, de forma más generosa. Un ejemplar de buen juego pero sin alcanzar las cotas del sexto.
El triunfador de la tarde fue Alberto Lamelas, que se llevó tres orejas en el esportón. Muy variado en los tres tercios, y con muchas ganas de agradar en todo momento, protagonizó los momentos más lucidos del festejo. Con mucho sitio y profesionalidad, Lamelas aprovechó la oportunidad. Una oreja más fue a parar a manos de Juan Francisco Prados en su segundo novillo, y consiguió dar la vuelta al ruedo en su primero, tras una labor pulcra pero muy mal rubricada con el acero.
Alejando Parralo sumó otro trofeo, aunque evidenciando un toreo bullidor y de corte populista para arrancar así el aplauso fácil del público. La plaza registró media entrada
Buena sensación de Rey
El sábado 7 se lidió una novillada
sin picadores con el hierro de Nuria Aguirre, bien presentada, grande y sin excesiva romana. En líneas generales los novillos ofrecieron poco juego y acusaron mansedumbre, genio y ciertas dificultades. Algunos, como primero y segundo, se dejaron más.
Lo mejor de la tarde lo protagonizó Juan Carlos Rey, que demostró estar suficientemente preparado para dar el salto a las novilladas picadas. Cortó una oreja a cada utrero, tras dos labores con mucho sitio, poderío y viéndolo muy claro.
Francisco Ramos fue silenciado a la muerte de cada uno de sus oponentes. Lo intentó en todo momento, pero le faltó reposo y luego lo emborronó todo con el mal uso de los aceros.
Joaquín Carrio, alumno de la Escuela Taurina de El Espinar, que dirige el matador de toros Sánchez Puerto, denotó estar aún muy nuevo. En su haber hay que decir que no se arrugó y que se le vio seguro para su poco rodaje. En el sexto se quedó muy quieto a pesar de sus lógicas carencias técnicas.