El despotismo se hizo carne...
LUIS GONZÁLEZ ALEMÁN - Collado Villalba
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
El pasado 28 de junio, día en que se celebró en Collado Villalba el primero pleno de esta legislatura, fue un día triste. Digo lo de triste porque ese fue el sentimiento que nos invadió a más de cuatro, tras ser testigos del tremendo ejercicio de prepotencia, arrogancia y estulticia del que hizo gala este alcalde que nos toca sufrir a los villalbinos.
Los que estuvieron presentes pudieron comprobar con qué soberbia, en medio del debate sobre el aumento de los sueldos de la Corporación, y como quiera que hubo dos grupos políticos (Izquierda Unida y ADEI) que no estaban de acuerdo con parte del punto planteado, el alcalde montó en cólera (¿divina?) y los desterró del edén de tener los medios adecuados para hacer la oposición que nuestro pueblo se merece, mientras mantenía los jugosos estipendios para su Equipo de Gobierno (PSOE) y para el principal grupo de la oposición (PP), ya que éste sí votó a favor de esos aumentos salariales, que a otros nos parecen excesivos. Esto se llama pagar apoyos con cargo al erario público.
Se pudo comprobar una vez más la perversión de las mayorías absolutas, que tienden a convertirse en la dictadura de los votos.
Con este “talante democrático” nuestro alcalde escatima los medios necesarios a quienes más los necesitan por ser minoritarios. Claro que no es la primera vez que se le ve el talante, ya en la recién terminada legislatura tuvo rasgos de generosidad democrática, como vaciar de contenido los plenos municipales. Es tal la egolatría de este alcalde, está tan pagado de sí mismo, que no sería de extrañar que cualquier día le oyésemos decir lo mismo que decía el difunto Jesús Gil: “Si yo se lo que hay que hacer, ¿para qué voy a convocar plenos? ¿para oír las tonterías de la oposición?.
Inmerso en esta profunda desesperanza que me deprime, me vienen a la mente aquellos versos de Rubén Darío:
“De rudos malsines,/falsos paladines,/ y espíritus finos y blandos y ruines,/del hampa que sacia/ su canallocracia/ con burlar la gloria, la vida, el honor,/ del puñal con gracia,/ ¡líbranos Señor!