Se inventan la propiedad asociativa de la reivindicación social: si eres de izquierdas y te manifiestas, eres violento. Sin embargo, los manifestantes de la derecha rancia y la ultra rancia derecha, englobados en el PP, y la ultra derecha nazi de VOX, son siempre pacíficos, correctos, educados y con sus actuaciones ayudan a unir España y potenciar nuestra democracia. Este es el otro axioma creado por la derecha, que se convierte en la propiedad conmutativa de la reivindicación social: si un pijo o un fascista se manifiesta es una expresión legítima y pacífica de sus derechos.
Dejar a treinta policías heridos, insultar a la policía nacional, incitarla a desobedecer órdenes, afirmar que “la Constitución destruye la nación”, enaltecer la figura de un rey que aún no ha demostrado ser un corrupto como su padre con eslóganes como: “Felipe masón, defiende tu nación” o “Felpudo VI” parecen manipulación mediática causada por la más vil de las ultras mega ultras izquierdas españolas. ¡Sin dudas orquestado por el “coletas” desde su Canal Red!
Pero no acaba ahí la cosa, símbolos oficiales del Estado, recalco del Estado, mancillados: banderas españolas en las que se ha recortado el escudo Constitucional o gritos furibundos contra la “prensa española manipuladora”. Curioso, porque ya no solo es el “coletas” el que está detrás de las algaradas, sino también los independentistas. Estos terroristas kale borrokos a los que tanto admira el “coletas”. ¡España se rompe!
Yo no sé si España se rompe, se reconstruye o se pliega. Lo que tengo muy claro es que el hedor a fascismos impregna nuestro país y que las distintas versiones de las derechas del espectro político español están ayudando, y mucho, a fragmentar nuestra sociedad. Lo que conllevará, de seguir así, a una fractura de nuestras posibilidades como nación, emparejada a la debilitación del Estado de derecho y merma de las libertades que nos habíamos dado entre todas tras la muerte del dictador.
Quienes arengaban en contra de la constitución, la monarquía, la policía nacional o la prensa española no eran los CDR catalanes sino los CDR madrileños, los “Cayetanos Derechosos Rancios” Quien animaba a la insubordinación y al alzamiento a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado no era Puigdemont sino Abascal. Abascal es lo que es, pretende lo que pretende y llega hasta donde llega: a instigar sublevaciones y actos de “cayetano borroka”. No obstante, de Feijóo se esperaba algo más, al menos una mínima capacidad de aparentar ser un hombre de estado y no un remedo de líder político.
Los saludos nazis, los “Cara al Sol”, el enorgullecimiento público por ser fascista, los ataques a la corona, los eslóganes racistas, la negación de la Constitución Española o incitar a la rebelión a la policía se deben condenar sin “peros”. Lo contrario es debilitar nuestra democracia. Y el argumento de que es culpa de Sánchez no hace sino fortalecer su imagen de cara a su “parroquia” pero también de forma exógena, ya que, es Sánchez quien le marca el paso al PP y éstos lo están reconociendo de manera notoria. Por otro lado, está proporcionando argumentos a los ultraderechistas de VOX por dos vías: la primera demostrando que no son capaces de llegar a los extremos que la formación de Abascal excita, y que la parte “ayusiana” del PP desea; y por otro lado al no condenar estos actos está consiguiendo que ese electorado neoliberal que, en función de determinadas condiciones, puede votar al PP o al PSOE se decante por la rosa sin espinas ni pétalos. La estrategia del PP es la peor con diferencias. Con ella no llega al electorado más ultra del “fondo de la caverna” y asusta a los derechosos socialistas. De una forma u otra lo que está demostrando Feijóo es su incapacidad para saber interpretar el actual panorama político y social de nuestro país. El PP con VOX no llegará a nada y en esa nada espera Ayuso para defenestrar a Feijóo e intentar abducir a los “voxianos” que están siendo expulsados del paraíso fascista por Abascal.
Como dijera Soul Etspes:
“El destino o la casualidad decide donde nacemos, pero tan solo el imbécil o el arribista se convierte en nacionalista”.