Probablemente lo sucedido en nuestro país los pasados 21 y 22 de Junio será valorado en su justa medida con el transcurso del tiempo, cuando el árbol deje de taparnos la visión del bosque.
Ese instante se inició con el discurso que el Presidente del Gobierno pronunció en terreno hostil, el primero de esos días en el Liceu de Barcelona, no sólo fue para anunciar el indulto de los nueve dirigentes catalanes que aún se encuentran en prisión, tuvo también un trasfondo político de gran envergadura que ha pasado inadvertido.
Antes, frente a la clase empresarial catalana en el Cercle D´Economía, expuso su teoría a favor del diálogo, el acuerdo y el pacto.
Esa noticia por su calado ocultó todo lo demás, pero sería recomendable leérselo en su integridad ahora con el paso del tiempo, para intentar comprender cuál va a ser su “hoja de ruta” a partir de ese instante.
En el título se puede esconder parte de la respuesta; “Reencuentro, un proyecto de futuro para toda España”, indicando a las claras que para Sánchez no existen soluciones a los retos de Catalunya sin tener en cuenta a España y viceversa.
Puede parecer algo demasiado banal, de ahí las críticas de superficialidad que a veces le llueven, pero harían mal los sectarios de ambos lugares al despreciar lo que en esas líneas se intuye.
De su lectura objetiva y rigurosa cabe deducir, que al igual que Zapatero pasará a la historia de nuestro país como el “Presidente de la Paz”, porque asumió riesgos con valentía y colaboró con su llegada, parece que Pedro Sánchez se ha empeñado en hacerlo como “Presidente que acabó con las tensiones centro-periferia” heredadas de nuestra Transición.
Pero para que dos se entiendan ambos deben tener intención real de hacerlo, sin imponerse nada, pero reconociendo que partimos de una realidad institucional concreta, basada en las nomas que señala nuestra Constitución y con una correlación de fuerzas parlamentarias desfavorable.
¿Cómo salir entonces de la cuadratura del círculo actual, con un independentismo exigiendo decisiones que el ejecutivo aunque quisiera no puede tomar?
¿De qué manera se puede hacer entender a una derecha en la misma posición de intransigencia que los independentistas, que en algún momento habrá que afrontar la actual crisis centro-periferia y que quizás pueda y deba ser este?
¿Existen otras formas de llegar a acuerdos con imaginación, audacia y generosidad que sorteen estos dos escollos y ambas partes estén decididas a explorarlas?
¿Están dispuestos desde Catalunya, en especial ERC, con valentía a transitar por esos nuevos caminos dejando “pelos en la gatera”?
¿Hasta dónde lleva la osadía de Pedro Sánchez? ¿Se ha puesto definitivamente el traje de estadista estratega por decisión propia, o solo influido por el tacticismo de Iván Redondo?
Demasiados interrogantes para un problema de tanto calado, cuyas respuestas se irán desvelando en los próximos meses y años, para lo que sería imprescindible que la izquierda pudiera mantener el poder durante la próxima legislatura, en la que se podrían acometer las decisiones que se hubieran tomado en lo que queda de esta.
La valentía, audacia para unos, temeridad para otros, del Presidente del Gobierno al conceder los indultos, debe tener continuidad con la puesta en marcha de la famosa Mesa para el Diálogo.
En la respuesta de Pere Aragonés la demandó, aunque resulta un error fijar ya los máximos, introduciendo el añadido de que se hablará de amnistía y de referéndum pactado para la autodeterminación.
Los indultos excluyen la amnistía, es lo máximo que se puede ofrecer y el referéndum pactado en este momento no podría ser decisorio, sino solo una manera de palpar la realidad actual catalana, dejando para el futuro el resto en función del resultado.
Quizás explorando cómo poner en marcha de manera constitucional el artículo 92.1, de una forma restringida al ámbito catalán.
Sí se pueden y deben sentar las bases para un nuevo pacto fiscal demandado durante años desde allí. Por ejemplo buscar fórmulas imaginativas para sin que cree tensiones en el resto del Estado, igualar el sistema fiscal catalán al vasco y navarro.
Va a ser un camino difícil donde Sánchez además de valentía, va a necesitar que esa suerte que de momento le acompaña sea definitiva. O sea que sea más un político de suerte que con suerte.
En las últimas semanas esta le ha favorecido, primero en Andalucía al desembarazarse del peso muerto que suponía Susana Díaz, posteriormente con el fracaso que la derecha extrema y la extrema derecha, cosechó en la malograda concentración de la Plaza de Colón contra los indultos y también con la recogida de firmas que no llegan ni de lejos a las logradas en su día contra el Estatut.
Además le echó una mano la lenguaraz Isabel Díaz Ayuso con sus desafortunados comentarios sobre el papel del Rey ante ellos.
Son las paradojas de la vida, ahora ésta, que ha sido durante los últimos tiempos su enemiga más encarnizada, puede suponerle otro golpe de suerte al crear una confrontación innecesaria en el seno del PP, debilitando la posición de Pablo Casado. A menudo cuando están juntos se le ve empequeñecido.
Por último la llegada masiva de vacunas le ha permitido ir cumpliendo los plazos de vacunación con los que se comprometió, con la seguridad de que a finales de Agosto el 70 % de la población lo esté de manera completa.
Si añadimos el visto bueno de la CE, trasladado a través de la entrevista con su Presidenta Ursula Von der Leyen, al plan presentado para que nos lleguen los fondos aprobados, el circulo de su buena suerte se cierra.
Con la llegada de esos 140.000 millones de euros, 70.000 a fondo perdido, el año 2022 puede ser un año excepcional para nuestro país, con un crecimiento económico record, el mayor de toda Europa, que traerá creación de empleo y bienestar social.
Habiendo derrotado a la pandemia, con la economía marchando como un tiro, a Pedro Sánchez le resultará mucho más fácil llegar a su final de mandato en el 2023 y ganar las elecciones de ese año, probablemente con unos mejores resultados.
Fortalecido, sin lastres pesados como Susana Díaz en el PSOE y Pablo Iglesias fuera del gobierno, con sus barones controlados y la derecha debilitada, podrá afrontar el gran reto por el que puede quedar marcado y reconocido para la historia: resolver definitivamente las tensiones centro-periferia, comenzando por Catalunya y terminando por Euskadi.
Eso será más fácil si tiene la ayuda de otros políticos como Junqueras y Urkullu, que sean también valientes y con suerte.
Veremos…