Carta abierta al señor Botín

Cuando me toco el turno, después de tan larga e incómoda espera, me dijeron que no podía actualizar mis cartillas porque la máquina que realizaba estas operaciones estaba averiada. Entonces decidí entrar en el despacho del director y entregarle en concepto de donativo un euro para colaborar al arreglo de la misma. Como respuesta a mi modesta aportación económica el responsable de esta sucursal me echó de su despacho y me acompañó hasta la puerta de la calle, invitándome a abandonar el local, a la vez que tiraba el euro al suelo.

Para mí esto supone un desagravio, primero porque soy una persona mayor (estoy jubilado) y el euro se lo entregué con toda corrección.

Por eso me gustaría, señor Botín, que esta carta llegase a sus manos a modo de queja presentada por un cliente de su banco que pensó que la máquina seguía rota porque nadie se lo había hecho saber al señor director y no por incompetencia del mismo, recibiendo a cambio una total falta de respeto, primero como cliente y segundo como persona mayor (tengo 67 años), porque siempre he creído que el respeto a los mayores es de educación básica, aunque lamentablemente de esto carecen bastantes personas. Prefiero creer que la actitud de su director se deba más a eso que al hecho de no ser un cliente con un saldo millonario.

En fin, espero que si no es usted, al menos alguien se de por enterado del problema y mande al mecánico para reparar la máquina origen de esta desagradable polémica.