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El sabor agridulce del alpinista de Cercedilla, Carlos Rubio, en el Everest
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El sabor agridulce del alpinista de Cercedilla, Carlos Rubio, en el Everest

“No se me había pasado por la cabeza abandonar, pero no podía seguir. Me fui llorando”

lunes 06 de febrero de 2017, 07:05h

De regreso a casa, el alpinista de Cercedilla, Carlos Rubio saborea con los suyos los detalles de una de las experiencias más apasionantes de su vida como alpinista. Hace ya sólo unos días que volvió a casa tras tener que abandonar repentinamente, por un problema de salud, la expedición al Everest encabezada por su compañero y amigo, Alex Txikón.

Recuperado ya de sus problemas pulmonares, Carlos recuerda la aventura con un sabor agridulce. “He vivido unos momentos increíbles junto a un equipo maravilloso, hemos trabajado duro, pero ha sido todo muy gratificante. Me queda la espina de no haber hecho cumbre, para mí, que me exijo mucho, no ha sido lo que esperaba. Pensaba que al menos llegaría a los 8.000 metros, pero a los 6.500 me dio el viaje”.

El joven alpinista de Cercedilla, tuvo que ser evacuado en helicóptero tras sufrir en principio un edema pulmonar y agotamiento cuando se encontraba en el campo 2. “Daba unos pasos y es como si hubiera corrido una maratón y a esa altura no recuperas. Alex me dijo que no me venía bien y que me tenía que marchar. Ni se me había pasado por la cabeza abandonar. Estaba ya debajo de la pared, en la parte bonita y dónde a mí me gusta, es decir dónde había que escalar. Me fui llorando”, señala con tristeza Carlos Rubio.

El escalador fue trasladado en un primer momento hasta un centro de salud a 4.000 metros de altura y, posteriormente, hasta un hospital de Katmandú. “Mi idea era volver a subir cuando me recuperara pero mi familia estaba preocupada y yo tenía la cabeza más aquí que allí”, señala Carlos, que tras tres días de hospitalización regresó a casa.

Cariñoso recibimiento

Al llegar a Cercedilla, Carlos Rubio recibió un caluroso recibimiento por parte de vecinos y amigos. “Me ha sorprendido, no me lo esperaba. Incluso sin conocerme, la gente me para por la calle y me da la enhorabuena, casi como si hubiera hecho cumbre. Ha sido muy especial”.

Entre saludo y saludo, Carlos piensa ya en el próximo reto, que volverá a tener como escenario las cumbres del Nepal. “Quiero empezar a entrenar, mi cabeza está ya en Rolwaling, donde en noviembre iré con siete escaladores del equipo nacional a abrir nuevas rutas a 7.000 metros de altura”.

La aventura al Everest ha terminado para Carlos Rubio pero no para su compañero de expedición Alex Txikón y el resto de expedicionarios, que continúan su ascensión invernal y sin oxígeno artificial a la cumbre más alta del planeta. “Ojalá lo consigan”, dice Carlos. Es el gran sueño de Alex y yo estuve allí para ayudarle a cumplirlo, era mi único objetivo. He aprendido mucho de Alex en todos los sentidos”, concluye Carlos Rubio que grabará la aventura para siempre en la mejor estantería de su memoria.

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