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Galapagar: ¿La ‘Alsasua’ de la Sierra de Madrid?
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Galapagar: ¿La ‘Alsasua’ de la Sierra de Madrid?

Un guardia civil fue atacado en la terraza de un bar de esta localidad y su mujer, que estaba embarazada, fue amenazada de muerte: “Te voy a rajar, te voy a sacar el ‘picoleto’ que llevas dentro”

martes 31 de enero de 2017, 00:37h
Galapagar: ¿La ‘Alsasua’ de la Sierra de Madrid?

No hay un poso abertzale como telón de fondo de este suceso, escribe Laura L. Álvarez en La Razón (edición de 30 de enero de 2017), ni hablamos de una paliza con lesiones graves, como sucedió en el municipio navarro de Alsasua el pasado mes de octubre, pero en esta historia también hay un guardia civil agredido por el mero hecho de serlo, una novia que presencia la escena y no sale damnificada pero sí amenazada, un bar que teme represalias y unas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad el Estado “señalados” como vecinos conflictivos. Lo peor del relato quizá sea el temor de los agentes a hacer vida normal por el pueblo, no poder pasear tranquilamente sin soportar miradas ‘perdonavidas’ y el hecho de que los agentes destinados y que no tienen sitio en el cuartel, prefieran ir a vivir a localidades vecinas en lugar de en el pueblo en el que están señalados. No es Alsasua, es Galapagar, una localidad situada en el noroeste de la Comunidad de Madrid, a 36 kilómetros de la capital, en el que muchos de los agentes del Cuartel de la Guardia Civil o, más bien, sus familiares, viven pendientes de ser reconocidos por las calles por vecinos conflictivos.

Aquí las detenciones y las operaciones policiales contra los delincuentes se pagan. Eso le ocurrió l en vísperas de Nochevieja a un agente de 33 años que lleva ocho trabajando en esta localidad. Este guardia civil, destinado en seguridad ciudadana, se encontraba disfrutando de un día libre en un bar del centro de la ciudad junto a su pareja, una chica de 27 años, embarazada de siete meses, y con otra pareja amiga. Eran alrededor de las 21,30 horas cuando se encontraban fuera, en la terraza del establecimiento fumando un cigarro cuando vieron que se les acercaban dos individuos del barrio de San Gregorio, una zona muy conflictiva de la localidad en la que se concentran muchos pisos de protección oficial, donde se han realizado varias operaciones policiales por tema de menudeo y robos.

Según denuncian testigos presenciales de los hechos, esos jóvenes parecían alterados, bajo los efectos de algún estupefaciente o del alcohol. Uno de ellos dirigiéndose a su amigo, espetó ante el guardia: “Mira donde está este hijo de puta, éste, picoleto de mierda”. Aunque el agente intentó evitar el altercado, los dos jóvenes -de unos 30 y 35 años- se quedaron delante del grupo de amigos sentados en la terraza para desafiarles. “Les pedimos que continuaran su camino, pero siguieron”, explican los testigos presenciales. “Ahora sin uniforme ¿no tienes cojones? ¿o qué pasa?. Te voy a romper la cabeza”, gritó uno de ellos al tiempo de que se quitaba la chaqueta y el bolso tipo bandolera que llevaba, para levantar los puños y prepararse para la pelea”. Ante la evidente amenaza, el agente reaccionó. Cuando el joven fue a por él, lo redujo en el suelo, pero en ese momento el amigo del delincuente aprovechó para golpearle en la cabeza y en la espalda.

En libertad con cargos

El posteriormente detenido, aún en el suelo inmovilizado por el agente, aprovechó para amenazar a gritos a la mujer del guardia, que se encontraba en un lógico estado de nerviosismo, quizás avanzado por su avanzada gestación. “Y tú, ten cuidado cuando te vea por ahí. Te voy a rajar y te voy a sacar el ‘picoleto’ que llevas dentro”

Ante el altercado, hubo algún vecino que llamó a a la Policía, y a los pocos minutos se presentaron en el lugar agentes de la Policía Local y compañeros del agente de la Guardia Civil implicado. Antes, no obstante, también se congregaron junto al bar un grupo de conocidos de los individuos de la agresión, todos del barrio de San Gregorio. Al parecer, el que aprovechó para golpear al agente mientras mantenía reducido al que organizó la pelea, estaba de permiso penitenciario o acababa de salir de prisión porque una amiga que acudió a la terraza donde sucedieron los hechos le pedía que parara, al tiempo que le gritaba. “que llevas mucho tiempo para cagarla ahora”.

Los compañeros de los agentes llegaron al lugar y procedieron a la detención de los individuos por un delito de atentado contra agente de la autoridad. Al día siguiente, tras su puesta a disposición judicial el juzgado de guardia de Collado Villalba los dejó en libertad con cargos.

Las consecuencias para el agente y la mujer fueron peores. Al margen de los golpes del momento, el agente solo sufrió una tendinitios en la muñeca derecha, pero su mujer presentaba un cuadro de ansiedad que le complicó el embarazo y días posteriores comenzó a sentir contracciones y quedó ingresada ante una amenaza de parto. Ahora, en la recta final de su embarazo, debe estar en reposo absoluto por tratarse de un embarazo de riesgo y se ha tenido que someter a varios tratamientos para evitar un parto prematuro. Aunque desde el entorno del agente quieren trasladar que se trata de un ‘hecho aislado’, lo cierto es que reconocen que ahora su mujer tiene miedo a pasear tranquilamente por Galapagar, ir a la compra o hacer recados comunes por si se encuentra con esta gente, una situación que vuelve a recordar la que denunciaron vivir las familias de los agentes agredidos en Alsasua (Navarra). .

“El trabajo que tenemos es el que es. Tenemos que lidiar con todo tipo de gente. Nosotros no lo llevamos mal, pero sí afecta a nuestras familias. Al final los delincuentes te conocen y cuando te cruzas con ellos por la calle tienes que aguantar que te insulten por lo bajo, te pongan mala cara o sonrisa de desprecio”, explican desde Galapagar.

Unan situación más que incómoda que la mayoría trata de evitar y que reconocen les coarta su libertad. “También depende mucho de cómo trabajes, de lo que te impliques y de la unidad en la que estés, pero si realzas detenciones te van a tener en su punto de mira. Al final te van calando”, afirman en el pueblo.

En el bar donde se produjeron los hechos también temen que vuelvan a “liarla’ allí por vincularles con el agente. “No es que el ambiente en Galapagar, dicen los vecinos, sea hostil para la Guardia Civil, pero sí es habitual la mofa y el desprecio por parte de ciertos vecinos de este problemático barrio de San Gregorio. “No me pillareis el dinero, pardillo”, le espetaron una vez a uno tras una intervención policial con varios detenidos.

Los jefes no se interesaron

Ninguno de sus superiores ha llamado a este guardia para preguntarles por su estado o por el de su mujer. Desde la Asociación Unificada dela Guardia Civil (AUGC) de Madrid condenan enérgicamente la agresión y lamentan “esta persecución que sufren los guardias civiles fuera de su tiempo de servicio por su condición de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Acatamos y respetamos las decisiones judiciales, como no puede ser de otro modo. No obstante creemos que ante este tipo de situaciones se debe actuar con todo el peso de la ley, con sentencias ejemplares que tengan un efecto disuasorio para el futuro”, aseguran desde la AUGC . La asociación considera aún más lamentable “la absoluta sensación de abandono que padeció el agente por quien no se interesó nadie desde el ámbito de la Guardia Civil. Son este tipo de actitudes las que lastran la motivación del personal, que se siente desamparado en estas circunstancias”.

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