OPINION
La crisis del Ayuntamiento de Collado Villalba como preludio de un ‘otoño caliente’
Por: J.J. Piensos
sábado 10 de septiembre de 2016, 00:34h
Tras un año de legislatura, con más sombras que luces, con el Equipo de Gobierno presidido por Mariola Vargas (PP) ha evidenciando graves carencias a la hora abordar muchos temas de importancia para Collado Villalba lo que resulta preocupante de cara a un futuro inmediato donde nos encontramos con un grupo popular, que aún siendo el más votado en los comicios de 2015, se sienta aún incomodo al mirarse al espejo y verse en minoría, de ahí su obsesión en seguir buscando entre los restos de un pasado reciente para sobreponerse, por ejemplo, a las secuelas de una ‘Operación Púnica’, que se llevó por delante al entonces alcalde, Agustín Juárez, artífice en el año 2011 de una victoria incontestable en las urnas, que le otorgó una mayoría absoluta sin precedentes en la historia democrática del PP este municipio.
Y, visto lo visto, la larga sombra de Juárez sigue ahí, para bien y para mal, y hasta es posible que indirectamente haya afectado a la gestión de su sucesora, que recordemos, fue ‘ungida’ a la Alcaldía por la entonces presidenta regional popular, Esperanza Aguirre, en un acto ‘carnavalesco’ celebrado en la calle Génova de Madrid. Aún así, y con todo lo que estaba cayendo sobre el gobierno villalbino, Vargas salvó los ‘muebles’ en las elecciones celebradas el pasado año, al ser su lista la más votada (diez concejales), que unidos a los cuatro de Ciudadanos, teóricamente le daba mayoría absoluta. Pero no fue así, porque el partido naranja nunca aceptó entrar a formar parte de un gobierno de coalición con el PP, aunque votara su investidura.
El Ejecutivo y sus asignaturas pendientes
Así estaban las cosas, cuando el Gobierno de Mariola Vargas recibió la noticia de que el juez Velasco había imputado a Alberto Sánchez, un golpe inesperado que obligó al concejal a abandonar el grupo municipal popular y pasar al de no adscritos, lo que debilitó aún más a un Ejecutivo en minoría y que, a partir de entonces, a la hora de sacar adelante sus propuesta plenarias necesitó recurrir al voto de calidad de la alcaldesa.
Y así, con la dimisión de uno de los mejores concejales de Hacienda que ha tenido este municipio, José Ramón López, llegó su sustitución por Mª del Mar Gil que no ha sido capaz de sacar a delante unos presupuestos. Un hecho unido a que la tesorería local está intervenida por Hacienda da como resultado un Gobierno que cada día es más débil.
Se dice ahora, que tras las vacaciones y con ánimos renovados, los populares se han propuesto salir de ese agujero negro en el que se metieron ellos solos. Y la solución, se oye, pasa por ‘coger el toro por los cuernos’ y abordar con valentía y firmeza los retos de un Ayuntamiento que, pese a su grave endeudamiento, cuenta aún con recursos suficientes para salir adelante. Por ejemplo, ahí está el PRISMA, dotado de más de siete millones de euros y que, bien gestionado, puede facilitar la puesta en marcha de importantes proyectos para esta ciudad, algo no será suficiente, salvo que a la vez y vía consenso con el resto de las fuerzas políticas, se aborden esas otras asignaturas pendientes del curso pasado, como es la ORA, el contrato de mantenimiento para mejorar las zonas verdes y los parques públicos, o el del servicio de limpieza urbana y recogida de basuras (presupuestado en siete millones de euros), una adjudicación que debe ser consensuada y ser ejecutada con ‘luz y taquígrafos’ si se quiere evitar las suspicacias que provocaba antaño este asunto. Sólo así, el gobierno de Mariola Vargas podrá acallar algunas críticas y recuperar parte del crédito perdido.
Los errores de un PSOE en crisis
Bien, y mientras sucedía todo esto ¿qué hacía la oposición?. El PSOE, en caída libre tras ser castigado por segunda vez por sus electores en los comicios de 2015 y con muchas voces discordantes en el seno de la agrupación local, basaba su política municipal en airear los errores cometidos por el Equipo de Gobierno y en intentar promover una moción de censura contra el PP. Estaban convencidos que así se quedarían limpios de ‘polvo y paja’ ante sus propios conciudadanos, cuando realmente estaban ya de barro hasta el cuello, tras doce años consecutivos gobernando un municipio que, precisamente en esa época, estaba en su mejor momento al verse favorecido por la ‘fiebre del ladrillo’. La gestión despilfarradora del Ejecutivo de José Pablo González llevó a Collado Villalba a la más completa ruina consecuencia de una gestión político-económica demencial que culminaría con la famosa obra de remodelación de Honorio Lozano-Batalla de Bailén, y la construcción en esa zona de un túnel-parking innecesario, cuyo presupuesto se cuadriplicó lo que obliga ahora a la tesorería municipal a pagar algo más dos millones de euros anuales. Una cuestón que se repetirá ejercicio tras ejercicio hasta el año 2040. Pero lo más indignante de todo estos es (aparte del alto precio del capricho), que si algún villalbino quiere acceder con su coche a este aparcamiento, debe pasar antes por caja.
Podemos, Izquierda Unida y Ciudadanos
La marca de Podemos en Villalba, llamada Cambiemos, e Izquierda Unida, juntos pero no revueltos, han liderado una oposición seria e incómoda para el propio gobierno, siendo los artífices de las mociones más importantes debatidas en los últimos meses en el salón de plenos. Poco se puede objetar a su labor fiscalizadora, otra cosa es que su forma de actuar guste más o menos.
Ciudadanos, tras superar un conato de crisis interna a principios de año, ha sabido asumir desde el primer momento su labor de ‘bisagra' en el seno corporativo. Ha apoyado algunas mociones presentadas por los tres grupos de la oposición y ha ayudado al Ejecutivo a sacar ciertas propuestas adelante. Su portavoz, Julio Henche, ha sabido capear el temporal, algo nada sencillo en un mar tan encrespado como este, y ha colaborado a la gobernabilidad del Ayuntamiento. Ellos, sin duda alguna, han aportado el aire fresco que necesitaba el viciado círculo cerrado de la política villalbina.