El polvorín de Alpedrete: De ‘La Canaleja’ a ‘El Cañal’
DEICESA se adjudicó los terrenos del nuevo polvorín con un canon de 667.500 pesetas anuales, durante 29 años
Dicen los más viejos del lugar que una gran mayoría de los vecinos de Alpedrete no concebirían su municipio sin un polvorín. Desde el año 1900, la pólvora ha tenido ‘alojo’ en un pueblo donde la cantería ha sido el sustento principal para muchas familias hasta ya avanzada la década de los 80/90. La dinamita ha sido fundamental para a la hora de extraer toneladas y toneladas de granito que salieron del municipio alpedretense en dirección a Madrid y otras regiones de nuestro país para la construcción de monumentos como el del Museo del Prado, Nuevos Ministerios, Valle de los Caídos, etc., y hacia otras ciudades europeas en las que se utilizó esta piedra de alta calidad, conocido popularmente como ‘piedra berroqueña’ y que, precisamente este año, ha sido propuesto por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas como candidata premio ‘Global Heritage Stone Province’, en reconocimiento a su calidad.
Pero volviendo al tema que hoy nos ocupa, les vamos a sintetizar la polémica que generó en el año 1982, la noticia publicada en la prensa de Madrid bajo el siguiente título: “El nuevo polvorín de Alpedrete almacenará 75.000 kilos de explosivos”. La información añadía que “el nuevo almacén estará situado a tres kilómetros del pueblo”, lo que dio origen a enfrentamientos entre los miembros por entonces de una corporación municipal bastante bien avenida, presidida por el socialista Félix Díaz Sangregorio.
Primeras negociaciones
Todo comenzó cuando la empresa DEICESA decidió cambiar la ubicación del viejo deposito de La Canaleja por una zona conocida como ‘El Cañal’, alegando que el Gobierno no les permitía continuar en el viejo depósito. Y las divisiones aumentaron cuando se supo que el propósito de esta empresa era ocupar 160.000 metros cuadrados de monte de utilidad pública, al precio de un millón de pesetas año y con un contrato de 29 años de duración. La zona donde se pretendía levantar el nuevo polvorín se caracterizaba por ser un pastizal, lo cual según algunos vecinos generaba cierto riesgo de incendio.
Según el periódico ‘Cisneros’ (21 de agosto de l981), el proyecto de la nueva ubicación del polvorín en esta zona fue debatido en el pleno celebrado por este ayuntamiento en junio de 1981, donde en el número 13 del orden del día, se decía que “la presidencia ha dado cuenta de la solicitud presentada en le registro del Ayuntamiento de Alpedrete con el número 281/81 por don Mariano Gamella Aparicio, como consejero delegado de la entidad mercantil ‘Distribuidores Explosivos Insdustriales del Centro de España (DEICESA), con domicilio en la calle Alcantara, 49 de Madrid, solicitando al Ayuntamiento autorización para ocupar terreno en el pasaje ‘El Cañal’ para instalar el almacén de explosivos de esta sociedad”.
Discrepancias
El alcalde, Félix Díaz Sangregorio presentó la moción y planteó un debate basado en dos puntos. 1º. Si se autorizaba la instalación. 2º El Canon a pagar. Iniciada la deliberación sobre el primero de los puntos y tras la intervención del concejal Antonio Nieves, que defendió la autorización del polvorín basándose para ello en la tradición de la canteras en este municipio y considerando que con ello se beneficiaba a los canteros del municipio y además se crearían puestos de trabajo. Por su parte el concejal, Victorio Martín aclaró que él no se oponía a esta concesión, pero añadió que “en este caso se debe tratar a todo el mundo por igual”.
El edil, Antonio Ventura sí se opuso a la concesión, sugiriendo que se debía consultar la pueblo porque la mayoría de los vecinos no estaban de acuerdo. En esta misma línea, el edil Burguillo añadió que “yo he hecho unos sondeos y la mayoría de los vecinos están en contra”.
Finalmente el alcalde defendió de nuevo la tesis de la instalación basando su postura en el beneficio que esto suponía para los canteros y en lo importante que era para el pueblo en general. Concluido el debate se procedió a la votación de los miembros de la corporación sobre si se debía conceder o no el terreno a la citada empresa, punto que resultó aprobado por la mayoría de los asistentes, con el único voto en contra del concejal, Pablo Burguillo.
Se fija el canon definitivo
Después de otro amplio debate en el que se manejaron diferentes criterios para fijar el importe el canon aplicable por parte del Ayuntamiento a DEICESA, en principio no se llegó a ningún acuerdo. Tras el informe del secretario municipal la corporación consideró oportuno fijar su criterio de que cada miembro, en secreto, fijase una cifra. Verificada posteriormente cada propuesta se aprobó por unanimidad un canon de 667.500 pesetas anuales, pagaderas anticipadamente por semestres y sujeto a la condición de revisión anual en función de la inflación de cada año.
Posteriormente sería debatido en el mismo pleno el contrato de arrendamiento de los terrenos de ‘El Cañal’. Tras ser sometido el asunto a debate y no llegarse a ningún acuerdo, la presidencia decide dividir el tema en dos partes. Una, relacionada con el importe del canon a fijar y la otra, relativa a las clausulas del contrato. Se acordó por unanimidad someter el asunto al asesor jurídico del Ayuntamiento para que estudiar la oferta de DEICESA. Votaron a favor de la oferta de la empresa los concejales, Manuel García Alonso, José Leiro Pérez, Antonio Nieves, Julián Jiménez, Carlos Paz, Antonio Montalvo y el alcalde Félix Díaz. Lo hicieron en contra: Pablo Burguillo Balandín y Victorio Martín Estévez. Y el concejal Antonio Ventura Benito se abstuvo. Con estos resultados se acordó aceptar la cantidad propuesta por DEICESA que ascendía a un millón de pesetas anuales durante 29 años, contacto que supuestamente seguirá en vigor
Finalmente los vecinos de Alpedrete de forma mayoritaria se mostraron de acuerdo con la construcción y ubicación de las nuevas instalaciones. “Llevamos desde principios de siglo con un polvorín como vecino y lo consideramos como algo propio.
Bien, pues ahí sigue el polvorín de los supuestos 75.000 kilos, sin que afortunadamente en estos casi cuarenta años de vida, se haya producido ningún tipo de incidente.