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¿Pavor a pactar y gobernar?

J. Nevado

jueves 21 de mayo de 2015, 22:17h
Anadie le gusta la incertidumbre, sin embargo a día de hoy es lo único claro que tenemos ante las elecciones municipales y autonómicas a celebrar el próximo domingo. En el momento de escribir estas líneas solo parece confirmado que el PP, a nivel nacional, caerá bastante y que el PSOE no detiene su hemorragia; Ciudadanos y las marcas próximas a Podemos se están colocando como bisagras e Izquierda Unida navegará con vientos parecidos a los de siempre. Pero nadie, a día de hoy, se atreve a apostar cómo sumarán o restarán unos y otros a la hora de construir los futuros gobiernos.
El episodio andaluz, donde la candidatura más votada ha sido rechazada en el Parlamento, indica que los acuerdos no van a ser nada fáciles en un inminente futuro.

Muchos confían en que, una vez pasadas las urnas del domingo, los partidos emergentes, pero no sólo ellos, se mostrarán menos reacios a los pactos. Pero esto tampoco está claro. A las modernas formaciones políticas les sigue dando urticaria trabajar con los ‘viejos partidos’ y, además, dependiendo de cómo sean los resultados, puede que no despejen ecuaciones hasta pasadas las elecciones generales previstas para mediados de diciembre. Aunque los partidos más bisoños aún no lo adviertan con claridad, lo de Andalucía puede tener una repercusión futura sobre ellos en cualquier región o municipio, pues una cosa es ejercer la oposición, incluso con mano y voz muy duras, y otra muy diferente es impedir que se gobierne, porque el electorado siempre hace pagar esas prácticas.

No obstante, el ciudadano y la sociedad en general suelen ser más indulgentes con los tropiezos del novato que con los del instalado hace años, pero sólo lo será hasta que se queden sin luz o les dejen de barrer la calle. Los blogueros políticos tienen su tiempo. Así pues, si al tiempo político que se abre tras las elecciones municipales y autonómicas del próximo domingo y a la incertidumbre electoral del momento, le añadimos el miedo a comprometerse y el pavor a pactar y gobernar, mal asunto. El tacticismo en política sólo resulta útil si al final del forcejeo dos o más partidos acuerdan acciones de Gobierno más acertadas y posibles; mas cuando sólo es un ardid para poner nervioso, y aún derrotar al contrario, es pan para hoy y hambre para mañana.
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