Opinión
Se nos debe una explicación
Félix Alonso* Militante socialista de San Lorenzo de El Escorial
lunes 13 de abril de 2015, 09:38h
Decía Max Aub, al que he vuelto estas vacaciones junto con Bach, al carecer de alternativas levantinas, que para él los problemas políticos son ante todo problemas morales. Me he manifestado ya en este medio en contra de la profesionalización de la política (Sueldos y cultura política) y muy recientemente tratando de responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo diseñar una asamblea para que sea eficaz, incentive los mejores propósitos y permita elegir a los mejores para representar una acción política compartida?
Hace cuatro años, cuando se confeccionó la lista para representar a los socialistas en el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial, mostré mis discrepancias, tanto a nivel interno como externo, elaborando un discurso que se basaba en la diferencia entre la legalidad y la legitimidad. Si era legal afiliar a familiares y amigos un día antes de “cerrar los censos”, no me parecía que los elegidos tuvieran la legitimidad suficiente para representarme. Evidentemente, planteaba en aquella ocasión una cuestión de ética política.
Todos los que se dedican a la vida política saben que las asambleas de todos los partidos no están llenas de santos, que pueden ser un lugar donde sólo acudan arribistas, que muchos llegan a los cargos convirtiéndose en mamporreros del jefe y que se procura que asista el menor número de personas, evitándose recoger los beneficios de una aportación mayoritaria. Por ese motivo, cuando hoy se habla de regeneración se señala una mayor apertura y una profundización en los procesos internos de democracia.
En los libros y artículos que se dedican a éstas cosas nos cuentan un caso extremo de apología de la ideología en detrimento de efectos materiales. La anécdota la cuenta K. S. Karol sobre una respuesta de Wang Hongwen (miembro de la denominada Banda de los Cuatro) a Deng Xiaoping, cuando éste se quejaba del deficiente estado del trasporte ferroviario en 1975: “Más vale un tren socialista con retraso que un tren revisionista a la hora exacta”.
La dimisión de un concejal del grupo socialista a un mes de celebrarse las elecciones, con la intención de formar un nuevo partido para competir con el PSOE local, me ha dado la razón pasados cuatro años sobre el método que se eligió para la selección. Para ésta nueva legislatura se nos presenta una novedad: ante la dimisión del cabeza de lista elegido en una asamblea (de baja participación), la Ejecutiva local, sin contar con el órgano soberano de la Agrupación Socialista, que es su Asamblea, designa a un candidato sin que hayamos podido oír sus motivaciones para representar a un partido histórico como es este.
Quiero recordar que mostré mi disposición a buscar la hegemonía de la izquierda a través del PSOE, proponiéndome para trabajar en la dirección de recuperar a todos los militantes que nos han abandonado en éstos últimos años, hacer una candidatura con la incorporación de vecinos que trabajan en asociaciones y movimientos sociales, e incorporar como número uno a un candidato potente, conocido en el pueblo, alejado de la profesionalización política y con garantías reales de disputar la mayoría al gobierno de la derecha. No ha sido posible, no se ha realizado la asamblea que piden muchos militantes, ¿a quién pediremos explicaciones?