Hay golfos en todos lados
lunes 26 de enero de 2015, 10:21h
Han pasado casi 40 años desde que el bueno de Carlos Cano grabase la canción que contaba la historia de un tal Salustiano, un señor que se tuvo que ir a Alemania a buscarse las habichuelas y que, en voz del genial granadino que se quejaba de los que “con cuatro palabras finas” robaban.
Cierto es que han cambiado los tiempos pero no los motivos de la queja. Lo más curioso es que incluso muchos de los herederos de los que en un primer momento pudieron sentirse partícipes del soplo de indignación reivindicativa que supusieron todas aquellas canciones, son ahora los que con terminología aséptica,están bajo la sospecha de ‘llevárselo’. Por sorprendente que pueda parecer hay golfos en todos lados, incluso en aquellos rincones de la izquierda en donde no paran de hablar de pureza moral e integridad cívica en exclusiva.
Uno de los casos de los que más se habla en las últimas semanas es el protagonizado por la candidata de Izquierda Unida a la Comunidad de Madrid, Tania Sánchez -circunstancialmente novia del muchacho de la coleta famosa- que ha sido descubierta participando en la adjudicación de contratos públicos durante el tiempo que desempeñó el cargo de concejal en Rivas Vaciamadrid, a una empresa de un hermano suyo por importe de 1.3 millones de euros y a lo largo de seis años, que casualmente estaba domiciliada en el piso de sus padres. Y claro, cuando han ido a preguntarle por este asunto al candidato también de de Izquierda Unida a la presidencia del Gobierno, Alberto Garzón, este no ha tenido mejor respuesta que decir que todo se trataba de un “error ético”.
Es decir, que los mismos que consideran que desconocer la procedencia del vehículo de tu marido o ignorar los manejos empresariales de tu esposo son motivos más que sobrados para forzar la dimisión de todo un gobierno o la deposición de una dinastía, ahora intentan resolver su propio asunto diciendo que lo suyo es un simple “error ético”. Son las cuatro palabritas más finas de Carlos Cano, pero corregidas y aumentadas. Al menos, digo yo, no han sido tan castizos como el novio de la poco ejemplar muchacha, que califico de “machismo” las críticas recibidas cuando se supo que ella, se había lucrado con la venta un piso de protección oficial. Así están las cosas.