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El caso de las ‘tarjetas negras’, un escándalo ante el que no se puede mirar hacia otro lado

viernes 24 de octubre de 2014, 02:03h
El escándalo de las tarjetas negras de Caja Madrid obliga a llegar hasta el final en las investigaciones. No puede ser de otra forma. Ya hace dos semanas avanzábamos cómo entre los consejeros y directivos que se beneficiaron de este sistema se encontraba el ex alcalde escurialense Javier de Miguel, que salió del Ayuntamiento tras haber puesto en marcha un desarrollo del Ensanche que incluía la expropiación de decenas de vecinos, del mismo modo que años más tarde llegó a la empresa Tragsa después de que ésta hubiese presentado uno de los ERE más importantes de una sociedad pública. En el fondo, esta situación viene a subrayar la enorme desconexión entre determinados políticos y el ciudadano medio, abriendo un abismo que se ensancha cada vez más. No debemos caer en el error de juzgar a todos por igual, pero lo cierto es que más que nunca se impone la necesidad de actuar con transparencia y honestidad.
En esta edición ahondamos en este vergonzoso caso, entrando al detalle en los gastos de aquellos ex consejeros de la citada entidad bancaria que más relación mantuvieron con la Sierra de Guadarrama. Desde el propio De Miguel a Ignacio Varela, sociólogo de cabecera del PSOE y asesor 'fantasma' del ex regidor villalbino José Pablo González. De este Ayuntamiento cobró unos 350.000 euros en 10 años por unos informes y trabajos de asesoramiento que deberían haber sido concretados con mayor detalle para evitar cualquier tipo de suspicacia. Sus protagonistas aún están a tiempo, aunque, como en tantas otras cosas, pero sin duda optarán por dejar pasar el tiempo. El hecho de que un escándalo como el de las tarjetas black no esté directamente relacionado con nuestra comarca, aunque sí algunos de sus protagonistas, no impide que pongamos el foco en este tema, porque en definitiva da cuenta de una manera de hacer que debe ser definitivamente erradicado de la política española. También a nivel local nos hemos encontrado durante años con gastos de protocolo absolutamente inflados, proyectos pagados a precio de oro que luego se han quedado en nada, cargos de confianza que se multiplicaban, asesorías externas pasando por encima de los técnicos municipales, empresarios amigos y enjuagues de lo más variado. La política ha de ser otra cosa, como de hecho lo es en la mayoría de las ocasiones, y flaco favor se harán a sí mismos quienes aún consienten o tratan de justificar situaciones de este tipo.
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