Paralelismo entre PP y Podemos
José Asenjo
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Picado por la curiosidad busqué en Youtube la discusión que mantuvieron días pasados en un programa de La Sexta Juan Carlos Monedero y Alfonso Guerra. Al ver el vídeo sentí cierto deja vù, no tanto por la presencia de este último, que sería natural, sino por la arrogancia y el importado complejo de superioridad moral que, en todo momento, exhibió el dirigente de Podemos.
Algo que ya había visto antes en otros de sus compañeros. Me recordó lo sucedido hace un par de décadas, en un contexto que guarda un lejano parecido con el actual. A diferencia de ahora, entonces lo tenía la derecha emergente, rejuvenecida y desacomplejada. Igual que la piedra angular del discurso de Podemos es la deslegitimación del discurso político surgido de la Transición, el objetivo de aquellos excitados dirigentes del PP era la laminación de un PSOE que había mantenido la hegemonía política durante más de una década. Aunque a una escala mucho menor que en la actual, también coincidió con una crisis económica y con un proceso de deterioro institucional. En el declive de la etapa socialista, los casos de corrupción y el paro fueron las causas objetivas sobre las que el PP, tomando la parte por el todo, puso en marcha una estrategia de deslegitimación de todo lo que representaba el PSOE. Con el eslogan “despilfarro, paro y corrupción” descalificaban demagógicamente una etapa caracterizada por los cambios y la modernización tanto de la economía como de la sociedad española. También contaron con la televisión como aliada, aunque en lugar de La Sexta, Antena 3 (que si no me equivoco es del mismo propietario), con un programa de “debate” dirigido por Jesús Hermida en el que se empezó a adaptar el formato de la telebasura a los contenidos políticos. Una estrategia de partidismo extremo. El objetivo de los populares, liderados por entonces por José María Aznar, ya no era derrotar al adversario, sino destruir al enemigo, Un salto cualitativo que lo cambió todo. Ahora no se trata de acabar con un partido, sino de demoler un sistema que, con sus imperfecciones, nos ha permitido el más largo periodo de convivencia democrática de nuestra historia. No trato con esto de comparar al Partido Popular con Podemos, sería estúpido y ofensivo para ambos. Sólo digo que hay ciertos paralelismos entre aquel pasado y lo que está sucediendo hoy.