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OPINIÓN

Torismo jula

Por ALFREDO FERNÁNDEZ
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Aunque el tiempo marca conocer un poco la fiesta taurina serrana, en ocasiones cuesta trabajo entenderla y hasta, en ocasiones, compartirla del todo. Especialmente a la hora de definir cuál es el novillo o el toro que debe de lidiarse en nuestra comarca. Las diferencias son tan abismales como la identidad de cada pueblo. El novillo-toro siempre debe infundir un respeto, integridad, tiene que tener seriedad, pero ¿dónde está el límite? Bien es verdad que históricamente en nuestra zona siempre ha gustado el toro fuerte, gordo, con cara y amplitud. Pero el equilibrio y la sensatez deberían primar, y aunque aquí el novillo deba estar más cerca del toro, tampoco es de recibo lidiar en una portátil el toro de Bilbao vestido de colorines por pelo.

Se viene observando ese gusto por el toro grande, ande o no ande, emparentado con el buey, de hierros de tercera división en liza, tapados por sus muchos kilos como cochinos de cebadero. Ese estilo paleto nos devuelve a un pasado de la fuente con la talanquera, sin mirar jamás el hierro en sus costillares, con el único objetivo de tener la absurda satisfacción de echarlos más grandes que los del pueblo de al lado. La evolución es la consecuencia de la calidad. Esos novillos bastos, fuera de tipo, huecos por dentro, pocas veces proporcionan el triunfo de unos novilleros que buscan gloria y lo que pueden encontrar es la tragedia en una tarde de verano. La julería no sirve.
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