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Si la gente quiere... puede

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Pues, al final, pasaron las europeas y la cosa tampoco fue para tanto. Ganó Cañete, pero no por ello se hizo ante nosotros el Apocalipsis, pese a que alguna que otra serpiente de las que anunciaba San Juan en el último libro del Nuevo Testamento se cuele por los retretes de las casas particulares y muerda, en plena satisfacción de sus necesidades, los glúteos de una mujer joven y esbelta, la encarnación viva del pecado en numerosas religiones, incluidas todas las cristianas, como nos es revelado en el Génesis con el mito de Adán y Eva, que tanta influencia ejerció sobre los modelos educativos en los que se formó el candidato conservador.
Ni la socialista Elena Valenciano da el perfil de Eva, ni el popular Arias Cañete -pese a levantar las iras del feminismo- se acomoda al papel de Adán, pero ambos candidatos llevaron a sus respectivos partidos a ser expulsados del privilegiado Edén del bipartidismo, en el que convivían encantados desde el principio de los tiempos, y ahora no tendrán más remedio que adentrarse en tierra infiel, si quieren recuperar la confianza de todos los feligreses que fueron suyos y que perdieron la fe, de los que se pasaron al agnosticismo político y de los que abrazaron el ateísmo que cuestiona todos los dogmas del sistema.

Ganó Cañete -en realidad la abstención, que no se sabe lo que es mejor-, pero en esta tierra del sur de Europa aparecieron nuevos profetas para iluminarnos el camino. Entre el “esto es lo que hay” de Rajoy y el déja vu de Rubalcaba, parte de la masa piadosa estalló en rebeldía e instauró un santoral laico alternativo, donde decidió inscribir un buen número de vices hasta ahora inéditas en los altares de la política oficial. Entre ellas, halló una amplificación inesperada de Pablo Iglesias, no el ferrolano apóstol fundador del socialismo español, sino el hijo del desencantado que desde el púlpito que le proporcionó la Sexta puso de moda una versión muy fresca de la Teología de la Liberación.

Con ella, fue la auténtica revelación de las elecciones europeas, demostrando que el verdadero debate de campaña no fue el que protagonizaron Cañete y Valenciano con su catecismo clásicos que aburren más que el Antiguo Testamento. Los debates donde se coció el belén de los comicios se celebraron en el plató de La Sexta Noche, donde aún no sabe Iglesias el gran favor que le hicieron al enfrentarlo a tertulianos como Francisco Marhuenda, Alfonso Rojo y otros.

El líder de Podemos vendió una nueva era con los aires de quien evita entrar en la historia, pero detrás de su imagen de estudiante despistado se esconde un profesor de Ciencias Políticas que prepara minuciosamente, al menos así ha sido hasta ahora, todos los detalles de su puesta en escena. Se apropió del lema del presidente Obama y supo adaptar las profecías que aprendió con Beirás.

Ganó Cañete, pero deberá compartir el ‘Paraíso’ con otros credos a los que consideraba simples pancarteros. Olvidó algo muy importante: que la fe mueve montañas y que si la gente quiere...puede.
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