Medidas valientes y excepcionales
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Es una buena noticia que una jueza haya parado un desahucio de la Comunidad de Madrid, recordándole a la Consejería que “en caso de lanzamiento de esta demandada y sus hijos del piso propiedad de la Empresa Municipal de la Vivienda y suelo de Madrid S.A”, deberá garantizar el derecho de estos menores de edad a una vivienda digna y adecuada.
Los escraches, que hasta ahora no han sido violentos, han provocado, sin embargo, que en los medios de comunicación apareciera una insólita y exagerada preocupación por los/as niños/as expuestos a esta nueva situación. En España, según datos muy autorizados (Cáritas, Unicef...) más del 20 por ciento de las familias viven por debajo del umbral de la pobreza. Es decir que los niños/as de dichas familias están en riesgo de pasar hambre o de sufrir un proceso de desnutrición. Esto sí resulta escandaloso.
Conviene recordar que esto de los escraches no es nada nuevo; en las clínicas en donde legalmente se practica el aborto, las Fuerzas de Seguridad del Estado no han hecho nada por impedir dichos escraches, ni tampoco han hecho nada para proteger a las mujeres que han tenido que recurrir a estos servicios, ni al personal que trabaja en estos establecimientos. Nadie fue multado. Los escrachadores, en este caso, también (en nombre de Jesús y de la Vida) proferían el fanático grito de “asesinos”. Y ya que estamos, el ‘Cobrador del Frac’ también es un profesional del escrache, y sus acciones no abren telediarios ni tienen consecuencias legales para este disfrazado cobrador (existen, la verdad, oficios terribles).
El presidente Felipe González, que impulsó en España el Estado de Bienestar, al César lo que es del César (sanidad universal y gratuita...) ha evidenciado preocupación por los menores, familiares de dirigentes populares, que están sufriendo escraches (¿qué le explicarán sus padres?). Es lamentable, pero González debería saber que la empresa eléctrica para la que trabaja (asesorando) corta la luz a muchas familias porque no pueden pagar la factura, y esos niños y niñas, este invierno, han pasado frío. De estos escraches también se tendría que hablar. El éx presidente posiblemente, vio las imágenes de las televisiones de cómo muchos menores se quedaban sin vivienda, en la calle, eso sí, como consecuencia de un mandamiento judicial. Muchos chavales asistieron al derribo de la puerta de su hogar por personal uniformado y armado. También vieron a muchos uniformados entrando como ladrones por el balcón o arrancando las rejas protectoras mientras que sus padres lloraban impotentes e intentaban resistir en vano la invasión. No lo olvidarán en toda su vida. Esos escraches sí que son violentos.
¿Escraches? Un escrache están sufriendo a diario los cuatro hijos de la infanta Cristina. El palacete en el cual viven está rodeado permanentemente, custodiado por medios de comunicación y efectivos de seguridad. Por la tele hemos visto a alguno de ellos mirando desde una ventana. ¿Preguntarán a sus padres qué pasa? No lo sabemos, pero podemos imaginar que en la escuela se enterarán, y posiblemente serán machacados por sus compañeros (los niños, a veces, suelen ser crueles en todas las clases sociales).
Los gerentes de sucursales bancarias vendiendo preferentes engañando a confiados clientes, esos mismos a los que conocían desde hacía años y con los que habían desarrollado una relación basada en la confianza, cuasi familiar. Esos mismos gerentes no dudaron en obedecer a sus superiores y decidieron también conceder hipotecas de alto riesgo, de imposible cobro. Lo hicieron a sabiendas (imponiendo el sistema de avales cruzados insolventes, por ejemplo). Que dichos gerentes, a lo sumo, hayan tenido que soportar el grito destemplado de algún/a estafado/a no deja de resultar un mínimo inconveniente. La paciencia de la gente es lo que verdaderamente deberían destacar los telediarios.
La decisión de la Junta de Andalucía imponiendo la expropiación de pisos de bancos o promotoras inmobiliarias durante tres años, para evitar desahucios, debería extenderse a todo el país. La medida resulta excepcional, pero es que la situación actual ex excepcional. Estamos ante una emergencia social y nacional, como si el país hubiera sido invadido (económicamente ha sido invadido). Condenar a miles de familias a la exclusión, a la clandestinidad, afecta al conjunto de la población y eso requiere medidas valientes y excepcionales.