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El problemático legado de Chávez

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Excesivo, lenguaraz, provocador, irrepetible, el caudillo venezolano Hugo Chávez se extinguió en Caracas el pasado 15 de marzo a la relativamente temprana edad de 58 años, víctima de un cáncer, dejando una herencia política incierta. Todo es desmesurado, exagerado, desorbitado con relación a este político sin par que destacó no sólo en Venezuela, sino en el conjunto de América Latina por su fuerte personalidad, por la extraordinaria riqueza petrolera del país que dirigió y, ahora, por la repercusión y las consecuencias políticas y económicas que puede acarrear su desaparición.
Una nota al margen: acordándose de Santa Bárbara cuando truena, Chávez, agnóstico e indiferente, pidió varias veces públicamente la intervención divina contra su enfermedad, besando un crucifijo y encomendándose a Jesucristo. Afectado de incontinencia verbal, es famosa la frase con la que lo interpeló el rey Juan Carlos, ‘¿Por qué no te callas?’, en una Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile, en 2007, cuando estaba hablando mal del presidente José María Aznar, elegido democráticamente. El carismático líder que se comportaba como un autócrata había sido elegido empero democráticamente cuatro veces a lo largo de 14 años, pese a que en un principio protagonizara para alcanzar el poder una fracasada asonada militar en 1992 contra el presidente Carlos Andrés Pérez por la que pidió y obtuvo el perdón. Era de extracción humilde y favoreció a las clases pobres invirtiendo abundantemente en sanidad y educación con el maná de los ingresos petrolíferos de la producción venezolana que representa en la actualidad 297.000 millones de barriles diarios, una riqueza ingente que, bien administrada, debería haber generado la prosperidad de sus 29 millones de habitantes. En efecto, Venezuela es el primer país productor de petróleo del mundo y Chávez lo administró durante 20 años sin conseguir erradicar la pobreza.

El controvertido político populista, que tomaba personalmente y sin compartir con nadie todas sus decisiones, había mostrado -antes de su última intervención quirúrgica- su preferencia para sucederle por el vicepresidente Nicolás Maduro, su hombre de confianza, haciendo caso omiso de la Constitución, que prevé que sea el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, quien asuma el mando hasta la convocatoria de elecciones en un plazo de 30 días. Maduro, hoy ya presidente interino, adaptó la Constitución a sus deseos y ambiciones.

Ahora, los ardientes seguidores de Chávez quieren que gane su última batalla después de muerto, apoyando en las inminentes elecciones la candidatura de su sucesor, el ya citado Nicolás Maduro, para que todo quede atado y bien atado como dijo en circunstancias similares, mutatis mutandis, un tristemente conocido dictador español.

Altos representantes de más de 30 países asistieron, pues, a las solemnes exequias de Chávez el pasado 8 de marzo, entre ellos el príncipe Felipe y todos los jefes de estado y de gobierno de Iberoamérica. Estados Unidos, bestia negra de Chávez y del chavismo, mandó a una representante menor. La inquina del comandante con EE UU quedó patente cuando en su discurso ante la asamblea general de la ONU (año 2006) dijo, refiriéndose al presidente George W. Bush, ‘¡ayer estuvo el diablo aquí, en este mismo lugar, ¡huele a azufre todavía en esta tribuna donde me ha tocado hablar!’, frase que no ha olvidado la diplomacia norteamericana. Ello no ha sido obstáculo para que ahora decenas de mandatarios de todo el mundo le hayan rendido homenaje en Caracas.

Ahora bien, la situación económica en Venezuela, a pesar de su bonanza petrolera, no es la mejor de todos los tiempos, como indica la reciente devaluación del bolívar en un 32 por ciento, que sonó como un trueno en un cielo azul. Los gastos públicos son enormes debido a las larguezas de Chávez, la economía está muy mal gestionada según los observadores internacionales, hay carencia de productos básicos, no todo va a resolverlo el manantial petrolero, la violencia urbana es la peor de América Latina y sólo la corrupción generalizada puede explicar que haya enormes bolsas de pobreza en el potencialmente rico país caribeño. Esto son algunos de los desafíos con que debe enfrentarse sin tardanza Nicolás Maduro o quien gane las elecciones. Un problemático legado.
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