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Esto con Zapatero no habría ocurrido

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
En el momento de escribir estas líneas las cosas parecían estar claras: Samuel Folgueral Arias, hasta el pasado viernes portavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Ponferrada (León), había decidido abandonar la militancia del PSOE para mantener la Alcaldía de la capital del Bierzo. Y, además, lo hacía acompañado de los siete concejales socialistas que por solidaridad habían pedido también la baja en el partido. Esta es la contundente respuesta dada por el nuevo regidor ponferradino a la exigencia de Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando dijo: “O deja la Alcaldía o deja el PSOE”. Pero no sólo la del alcalde, es también la respuesta de los socialistas de Ponferrada, del Bierzo e incluso de la provincia de León, en un efecto bola de nieve cuyas consecuencias a día de hoy son impensables.
Rubalcaba, como ese viejo político que es, quiso salir el pasado fin de semana del atolladero en el que se había metido su partido tras aceptar, rizando el rizo de la desfachatez y el despropósito (la reprobación tenía lugar el Día de la Mujer gracias al voto de un acosador), para, vía moción de censura, arrebatar el poder municipal, al Ejecutivo que hasta entonces gobernaba el Ayuntamiento de Ponferrada, diciendo: “Nos hemos equivocado, rectificamos y punto”. El mal ya estaba hecho.

El PP ha perdido una alcaldía, pero el descrédito que haya podido acumular durante sus muchos años de gestión al frente de este municipio, se lo ha pasado a su rival. Entre los bercianos, al parecer, no hay lágrimas por el futuro del ya ex alcalde popular Carlos López Riesco, que sufrirá ahora, apeado de sus cargos, del silencio y la persecución de su ‘maestro’ e impulsor de la moción de censura, el también ex regidor, Ismael Fernández, condenado por acoso en el conocido ‘caso Nevenka’.

Debo confesar que no me gustaría estar en el pellejo de quienes ahora presumen de haber protagonizado este ‘guirigay’, de los que sacan pecho por haber llevado a buen término una reprobación que se venía cociendo desde mayo de 2011, cuando el PP no logró en las urnas la mayoría absoluta (12 ediles de 25), lo que dio alas a socialistas e independientes (8 y 5 actas) a llegar a un pacto para hacerse con la alcaldía. Así se lo hicieron saber a Zapatero, pero el ex presidente dijo ‘no’, porque, entre otras cosas, él era consciente de que cuando se recurre a pactos antinatura para desbancar al adversario, los protagonistas, tarde o temprano, terminan convirtiéndose en víctimas propiciatorias de sus propios amaños gestados, casi siempre, para satisfacer sus propios intereses. La historia nos demuestra que generalmente muy pocas mociones de censura han terminado en positivo. De momento, y esto no ha hecho más que empezar, el proceso ya ha dejado algunos cadáveres políticos en la cuneta y el PSOE va a tener que apechugar con el descrédito de su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba; el principio del fin del inexperto Óscar López y el reproche oportunista de Carmen Chacón. Mal que les pese a algunos, con Zapatero esto no hubiera ocurrido.
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