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Muchas incógnitas sin despejar

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Días pasados volví a ver la película ‘Habemus Papam’ (2011), en la que Nani Moretti expone con agudeza, respeto y mucho sentido del humor, lo que podía suceder si un anciano cardenal, al ser designado en cónclave como sucesor de Pedro, sufriese un ataque de pánico y, buscando palabras para salir al balcón del Vaticano, encontrase las que nadie esperaba: no soy la persona que necesitáis, no tengo la energía que requiere conducir a la iglesia en este tiempo de cambios.
Pues bien, mucho me temo que esta es la misma a la que ha llegado Benedicto XVI, no ya en una ficción delicada sino en medio de un sórdido argumento de intriga por el poder, codicia desatada, abusos sexuales, chantajes, encubrimientos, amenazas, etc. Desde luego no hay que ser muy inteligente para llegar a la conclusión de que el Papa ha renunciado al verse muy solo.

Y que diferente todo lo expuesto con aquella otra película ‘Las sandalias del pescador’ (1968), donde un papa joven tomaba las riendas políticas del Vaticano para modificar el mundo (sin moverse del dogma), como si aquel Anthony Quinn prefigurase en cierto modo al enérgico Juan Pablo II.

Difícil le va a ser a cualquier Papa modificar un Estado hecho a imagen y semejanza del hombre (nada que ver con la ciudad de Dios). No sabemos si este abandono de Benedicto XVI, consumado en el día de ayer, podrá servir para enmendar alguna cosa. Más difícil es suponer que se promueva un conflicto para revisar tantísimos aspectos que separan al catolicismo del mapa conceptual y moral de la especie en los tiempos que corren. Por eso creo que es obligatorio preguntarnos: ¿por qué la espiritualidad ha de disociarse de la inteligencia y la razón para poder aceptar dogmas que, sobreirracionales, son espiritualmente irrelevantes? ¿por qué el cuerpo es vergonzante? ¿por qué la mujer sigue siendo inferior y menos sagrada? ¿quién decide lo que es lo natural, si la naturaleza de la naturaleza no cuenta para nada? ¿por qué el fin (expandir la buena nueva de Cristo) justifica los medios (aliarse con las clases privilegiadas)?. A no ser que también aquí se aplique lo de que ‘el medio es el mensaje’: una cuestión convencional de poder. En fin, ganas me dan a veces de postularme para ‘Papisa’(Un hándicap: no hablo latín).

En última instancia, para mucha gente hace tiempo que la rectitud y la espiritualidad no tienen que ver (mucho o nada) con el Vaticano. Pero la lástima es que para muchos otros, todavía, si tiene que ver.
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