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El triste futuro de la vivienda

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Con el nuevo plan de la vivienda que, salvo imprevistos de última hora, entrará en vigor próximamente, no va a quedar ni el nombre del anterior, ya que se denominará ‘Plan estatal de alquiler de viviendas, rehabilitación, regeneración y renovaciones urbanas 2013-2016’, y con este nombre queda bien claro cuáles son las líneas a seguir los próximos años: rehabilitación, reformas y alquiler.

Un plan dotado de 765 millones de presupuesto y que cuenta con importantes novedades, como la implicación económica de comunidades autónomas y ayuntamientos (difícil lo van a tener estos últimos). Pero la gran apuesta es el alquiler, y se concederá a los beneficiarios una ayuda de hasta el 50 por ciento de la renta anual que deban satisfacer por el alquiler de su vivienda habitual, con un máximo de 2.400 euros, cuando sus ingresos estén entre 639-1.597 euros/mes durante un periodo máximo de dos años.

Desde el sector inmobiliario se ha pedido en reiteradas ocasiones acuerdos, y así en el nuevo texto del plan el Gobierno priorizará las actuaciones mediante entidades colaboradoras o a través de otras formas de colaboración pública-privada. Está claro que ya no se apuesta por la vivienda en propiedad y no se contempla ningún tipo de ayudas ni estímulos fiscales, ni a la compra de vivienda libre ni incluso a la protegida, por lo que desde comienzo del año próximo el cambio de conceptos en el mercado inmobiliario será radical.

Y en este nuevo marco además tendremos un invitado de excepción, el SAREB (popularmente conocido como Banco Malo), que nace con unos fondos propios de 3.600 millones, aunque de forma inicial serán 827 y que sin duda ninguna marcará el precio de la vivienda en toda España, al convertirse a partir del próximo 1 de enero en la mayor inmobiliaria del país. De cómo el comité de dirección del SAREB haga su trabajo dependerá si las fluctuaciones, tanto en precio como en stock, se encaminan en una correcta dirección o si, por contra, hunden más un sector ya muy tocado. No lo van a tener fácil, pero pienso que algunas provincias y de una forma especial en aquellas donde no se construyó masivamente al calor del boom inmobiliario del periodo 2000-2007, la incidencia en el precio va a ser mucho menor que en las grandes capitales o en las zonas del litoral Mediterráneo y Sur de España.

Pero, dicho esto, pocas grúas vamos a ver levantadas en los próximos años, ya que Bruselas y la banca han puesto punto final al denominado crédito promotor, con lo cual las opciones de la vivienda en propiedad en un contexto de penalización del crédito hipotecario son a todas luces considerablemente reducidas. Esto no es ni bueno ni malo, simplemente significa la apertura de un nuevo tiempo donde los agentes económicos que participen deberán saber encontrar su sitio y su oportunidad de negocio.

Con todo esto, el cambio de mentalidad del sector debe ser radical, ya que aquellos que piensen y actúen en pasado están abocados a su desaparición como actividad económica.
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