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Deporte y espectáculo

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Desde un tiempo a esta parte nos estamos acostumbrando (mal acostumbrando diría yo) a poner en tela de juicio muchos de los aspectos que rodean a la mayoría de los deportes. Concluimos a la ligera que Lance Armstrong es un dopado y ganó todos sus Tours de Francia (hasta siete) gracias a la sangre de sus compañeros y no a sus cualidades dando pedales. Que no es capaz siquiera de subir el puerto del León en bicicleta sin ayuda de sustancias ilegales.

Las chicas de natación sincronizada ganan medallas pero son maltratadas y no disfrutan ni de infancia ni de su adolescencia. Los árbitros de fútbol benefician al Real Madrid y al Barcelona con nocturnidad y alevosía (porque a las doce de la mañana, que yo sepa, van a jugar pocos partidos); Roger Federer se deja perder ante el argentino Del Potro para perjudicar a David Ferrer y aún he tenido la ocasión de leer hace pocos días por las redes sociales otras raras y preocupantes historias.

No seré yo quien tape la evidencia de que el deporte es cada vez menos deporte y más espectáculo y negocio. Detalles nimios solapan la esencia de ciertas normas. Cada vez nos encontramos más sombras que luces pero hay que intentar que los árboles no nos impidan ver el bosque y con ello restemos méritos al esfuerzo de los deportistas, al trabajo de los equipos, la buena organización de los grupos o al talento natural.

Encontrar explicaciones a los resultados deportivos sentados en el sofá de casa, charlando con los amigos en un bar o intentado cimentar el debate social desde las redacciones de los medios de comunicación, resulta meridianamente sencillo cuando existe voluntad de engancharse a la corriente y, otra cosa no, pero voluntad para dar su opinión, con o sin fundamento, en España hay un rato. La cosa se anima aún más si hablamos de deporte. Que no todos lo practican. Lo que falta aquí, al menos desde mi punto de vista, entre otras muchas cosas, es una educación deportiva sana y coherente, en lo que lo importante sea mantener una buena salud, esclarecer relaciones sociales y superarse día a día para lograr tus objetivos personales o colectivos. Sobra competitividad y negocio detrás del sudor de los deportistas aunque entonces explotaría una burbuja superior a la inmobiliaria con consecuencias que sí movilizarían en masa a la gente. Así que nada, jueguen y juzguen.
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