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Artur Mas y su misión histórica

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Tenemos una misión histórica, dijo Artur Mas ante Jordi Pujol después de ser nombrado cabeza de lista para las elecciones del próximo 25-N. “No mesiánica”, añadió quitando hierro. Pues bien, a cada día que pasa se eleva el tono de esa misión no mesiánica; en Cataluña la tragedia tras años de espejismo, ya se palpa en la calle con la miseria asomando y en los hogares con el terror a perder el empleo, o los dramas de haberlo perdido.
Y ante ese tétrico panorama que abarca a casi toda la población surge un Mesías con el consiguiente latiguillo de la misión histórica; la independencia que en principio, y por arte de la magia del muy interesado charlatán, oculta y sustituye el problema principal.

Y el iluminado Artur Mas, partícipe del descalabro, gana entre sueldos y demás por predicar la secesión no menos de 190.000 euros, que paga el Estado español, metido en el mayor fiasco de su historia con una deuda pública de un billón (millón de millones) de euros y creciendo. Y a esa deuda no sólo se deben sumar los sueldos mesiánicos de unos 10.000 políticos profesionales, sino también los 300.000 o 400.000 millones de deuda financiera avalada o garantizada por el ‘Sistema’. Repito, ni que decir tiene que la deuda es impagable, y la que hipotéticamente le corresponde a Cataluña también. Un peso que ahoga cualquier recuperación.

Lo de la ‘misión histórica’ lo oí demasiado en los ‘nodos’ de Franco operados por la tele única y demás medios franquistas. Éramos un destino en lo universal metidos en un país pobre y bastante mugriento, pero que conscientes de que nadie nos quitaría las miserias de encima trabajábamos 12 horas diarias hasta comprar el ‘600’ y olvidarnos de los endémicos piojos.

Esta semana otro festival independentista, la presentación de las listas para las elecciones del 25-N. Parece que se vote por la independencia y no sólo por formar un Parlament, que legal y prácticamente no tiene la más mínima competencia y posibilidad para independizarse. La televisión y los medios pagados por el ‘sistema quebrado’ han convencido a unos cientos de miles de catalanes de que el 25-N seremos independientes, y a más de un millón, que como a peor es imposible ir, utilizarán el voto del cabreo. Por incordiar, sin demasiado convencimiento, diría que los fanáticos o interesados del catalanismo independentista al abusar del idioma catalán le hacen un flaco servicio a su causa porque la mitad de los siete millones y medio de catalanes cambian de canal por no entender, y si la otra mitad bilingüe tiene problemas mucho más inmediatos, o directamente odia cualquier discurso político, resulta que el ruido independentista se reduce más o menos a un 20 por cien de la población. Pero con una extraña suerte añadida: el sistema general que les financia, debido a su peculiar democracia, les asegura con estos números el Poder.

Ayer, sus convencido acólitos pudieron agregar otro tópico; el de una Cataluña que ha entregado al Estado 300.000 millones de euros y que ahora le tiene que mendigar para subsistir. O el ya más fanatizado discurso de Alfons López Tena abogando no por un estado como el de Baviera dentro de Alemania, sino uno que envíe embajadores de tú a tú a París, Berlín o Madrid. ¡La obsesión con lo de las embajadas y viajes de nuestros políticos!
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