El Coto de Las Suertes y el cuento de la lechera
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Más de un millón de euros gastó el Ayuntamiento en la construcción de un Aula de Naturaleza, un restaurante, cuatro establos para refugio de animales y varias zonas recreativas que ahora están cerradas
El mantenimiento de esta zona suponía para las arcas municipales un desembolso de 210.000 euros anuales. Sólo la alimentación de cada uno de los animales de la cabaña ganadera ascendía a 362 euros al mes
La grave situación económica por la que atraviesa actualmente el Ayuntamiento de Collado Villalba se puede cuantificar en una deuda de alrededor de 150 millones de euros, cantidad en la que están incluidos los más de 97 millones que la tesorería municipal tendrá que pagar durante los próximos 35 años (a una media de casi 2 millones anuales), a la empresa concesionaria de la obra del túnel-parking de Honorio Lozano. Esta situación es el resultado de casi 12 años de continuos e incomprensibles despilfarros cometidos por quienes sumieron durante tres legislaturas consecutivas la responsabilidad de gobernar este municipio. Cientos y cientos de millones de euros recaudados por la hacienda local entre 1999 y 2011 han sido dilapidados en obras millonarias, algunas de ellas innecesarias (caso del parking antes citado) y en gastos absurdos y caprichosos.
Entre tanto despropósito destacan las partidas destinadas a subvencionar festivales musicales como Viajazz o a contratar de artistas como Bob Dylan, B.B. King, cuyo caché rondaba por entonces los 250.000 euros, o a Elton John, que percibió 600.000 por una sola velada. A esto podemos unir las cifras millonarias malgastadas en fiestas y festivales taurinos; los generosos sueldos que se había asignado no sólo el alcalde, sino el resto de los concejales del Equipo de Gobierno, además de las percepciones destinadas a una decena de cargos confianza. Hasta los ediles de los grupos de la oposición estaban bien gratificados. El desmadre era tal que afectaba incluso a los modificados de obras que proponían cada dos por tres las empresas adjudicatarias de las mismas, caso del campo de fútbol, la piscina cubierta o la Ciudad Deportiva. Tampoco debemos olvidar las facturas abonadas alegremente por proyectos y anteproyectos que nunca llegaron a realizarse (la plaza de toros, entre otros). Tampoco han sido menos importantes las cantidades destinadas a supuestos asesores del entonces alcalde o las minutas satisfechas a algunos bufetes de abogados contratados exclusivamente para defender al Ayuntamiento en aquellos litigios relacionados con despidos caprichosos de algunos trabajadores municipales.
Por otro lado se dilapidó parte del patrimonio municipal a través de permutas llevadas a cabo entre el Consistorio y empresas privadas, donde el justiprecio las más de las veces dejaba bastante que desear. Se dice que durante estos 12 años de los gobiernos por José Pablo González, el Ayuntamiento ha manejado más de 1.000 millones de euros, lo que traducido a pesetas supondría casi 170.000 millones, es decir, 10 veces más del dinero que manejaron sus antecesores -Carlos Julio López (PSOE) y José Luis Peñalvo (PP)-, en el periodo comprendido entre 1989 y 1999, sin que este mayor gasto estuviera acorde con el incremento de población entre una década y otra, o en la mejora de los servicios públicos y todavía menos en la calidad de vida de los propios contribuyentes
El Coto de Las Suertes
Uno de los ejemplos más significativo acerca de la ligereza con la que el Ejecutivo local se gastaba por entonces el dinero lo tenemos en el Coto de Las Suertes, una finca de 40 hectáreas situada entre el cauce del río Guadarrama y la urbanización del mismo nombre, calificada por entonces como terreno urbanizable y que el Equipo de Gobierno de coalición PSOE-IU compró en julio de 2002, un año antes de que finalizar la legislatura, por 7.212.145 euros, operación muy bien acogida tanto por los grupos políticos locales como por por la mayoría de los ciudadanos, ya que, aunque González había prometido expropiar la finca, con ello se cerraba un largo contencioso con la empresa propietaria de estos terrenos y se ponía el punto y final a la posibilidad de que en el Coto de Las Suertes se construyeran unas 300 viviendas. Esta operación sería utilizada por José Pablo González, en los comicios celebrados un año más tarde, donde precisamente obtendría su primera mayoría absoluta.
El Coto pasó de suelo urbanizable a no urbanizable de protección especial y durante tres años estuvo cerrado al público. Sería en 2006, un año antes de otra nueva convocatoria electoral, cuando se hizo público el proyecto de recuperación de estos terrenos “deteriorados y baldíos” para convertirlos en una zona “didáctica o pedagógica para vecinos y visitantes, con la existencia de actividades ganaderas y recreativas que facilitaran la recuperación del entorno”, decía el informe técnico de un proyecto también millonario (el coste de salida era de 1.100.000 euros), en el que destacaba un aula de naturaleza; quiosco-cafetería con dos terrazas; aprisco para cobijo de ganado con cuatro establos bajo cubierta; zona para dibujar al aire libre; zona de juegos (pista para petanca, gimnasio al aire libre, mesas de ping-pong, etc.); auditorio para clases al aire libre, teatro, música, cuentacuentos; un pequeño parque infantil y una zona de merendero de 7.370 metros.
El flamante parque fue inaugurado, ¿casualmente?, el 21 de marzo de 2007, a dos meses vista de una nueva campaña electoral. En el renovado paraje se podían ver, aparte de las edificaciones citadas y el mobiliario correspondiente, 25 ovejas de la especie ‘rubia de El Molar’, dos perros mastines y una pareja de burros que respondían al nombre de ‘Lorenza’ y ‘Camilo’, formando con todo ello una pequeña cabaña ganadera para mantener el ecosistema adehesado.
El 7 de mayo de 2007, el Ejecutivo adjudicó a la empresa Grupema, mercantil vinculada a la familia del concejal socialista, José Luis Cercas, un contrato de mantenimiento por un periodo de dos años e importe de 210,.000 euros anules. Esta adjudicación también levantó bastante ampollas, dado que la oferta de Grupema era superior en 24.000 euros a la de la segunda licitadora.
Las cuentas de la lechera
Sería un año después, concretamente en diciembre de 2008, cuando la Junta de Gobierno decidió reducir el importe de este generoso contrato en 83.500 euros, puesto que “los técnicos de Medio Ambiente habían comprobado que la superficie de la finca no soportaba la carga ganadera, entre otras cuestiones, por falta de pasto”. Ello permitió al grupo municipal del PP hacer cuentas y llegar a la conclusión de que, durante más de un año, cada animal perteneciente a la cabaña ganadera del Coto (25 ovejas, dos perros y dos burros) había costado 362 euros por cabeza al mes en concepto de alimentación, todo un lujo.
Y es aquí donde termina este “cuento de la lechera”. Los animales desaparecen por arte de magia sin que ningún miembro del Ejecutivo socialista haya dado aún explicaciones de ello; las instalaciones quedaron semiabandonadas (actualmente sólo está en funcionamiento un restaurante) y el faraónico proyecto que a bombo y platillo vendió José Pablo González durante dos legislaturas consecutivas a los villalbinos quedó abandonado a su suerte, una suerte que se nos antoja bastante incierta, más en tiempos tan críticos para la tesorería local, que tiene todos los meses serias dificultades para afrontar las ya de por sí recortadas nóminas de los trabajadores del Ayuntamiento y las facturas de los proveedores.