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Cercedilla despide a su vecino más ilustre, Paquito’ Fernández Ochoa

Enrique Espinosa, ex alcalde y gran amigo de décadas, recuerda cómo los compañeros de Paquito Fernández Ochoa hicieron tañir de madrugada las campanas de San Sebastián para festejar la gloria de Sapporo.

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Paquito, durante el descenso de la ladera del monte Taineyama y El féretro de Paquito a su entrada a la Iglesia de San Sebastián de Cercedilla (Foto: W. N.)
Paquito, durante el descenso de la ladera del monte Taineyama y El féretro de Paquito a su entrada a la Iglesia de San Sebastián de Cercedilla (Foto: W. N.)
“Él cuenta que fue su tío Manolo, entonces campeón de España, el que le enseñaba a esquiar. Había una cuestecita que bajaba a una cantina que regentaban sus abuelos y fue en ella donde su tío le dijo: O te tiras o te doy dos ostias. Es su manera de hablar y con ella demuestra su ternura y que es una persona sin doblez, que te daba su amistad con todas las consecuencias”. Quien así habla es uno de los grandes amigos del campeón y de la familia Fernández Ochoa, Enrique Espinosa. El ex alcalde de Cercedilla, concejal de Deportes y presidente del club de fútbol cuando Paquito se coronó en Sapporo, compartía con el campeón un vínculo tan fraternal que en las tres décadas posteriores era habitual ver al político acompañar al deportista a homenajes, reuniones y espectáculos, como una corrida en Las Ventas o un partido en el Bernabéu. “Recuerdo que algunas veces el presidente de la plaza de toros de Madrid, Juan Lamarca, me decía: joroba con tu amigo lo que protesta. Lo hacía porque era un gran aficionado y además toreaba muy bien. Y en el campo del Madrid, me acuerdo que se volvía contra Mendoza y yo le decía: coño Paco, siéntate, que a mí no me conoce nadie pero a ti te conoce todo el mundo. Era superior a sus fuerzas. Luego eso no quitaba para que le diese un abrazo a Mendoza. Era una persona de chapeau”.
Aquella madrugada del 13 de febrero de 1972, Enrique Espinosa no vio el slalom triunfal. “No lo vi y no sé por qué”, admite. “Era de noche y sí recuerdo que, a las dos o las tres de la mañana, los amigos de Paco hicieron sonar las campanas. Me levanté, salí a la calle y me contaron que Paco había sido campeón. Al día siguiente, me llamó el alcalde, Miguel Arias, q.e.p.d, y me dijo: Enrique, tenemos que preparar el regreso de Paco. Yo sabía que había hecho algo importante, pero hasta pasados unos días no supe que era tan importante, no comprendí el significado de ser el primero en ganar una medalla olímpica individual”.
Éxito contra pronóstico
Aquel oro, glorioso en sí mismo, lo fue aún más por la altura del derrotado, el campeonísimo italiano Gustavo Thoeni, cuyo récord de cuatro Copas del Mundo aún no ha sido superado. Thoeni había ganado el gigante de Sapporo, pero Paquito lo frenó en el slalom especial aventajándole en más de un segundo. Nunca antes había ganado una prueba de Copa del Mundo, y en la anterior Olimpiada de Grenoble 68, con sólo 17 años, fue el 23º. Una sorpresa que sacudió la España del tardofranquismo y situó al esquiador parrao a la altura de los Bahamontes, Santana y Ángel Nieto, al tiempo que su calidad humana quedaba retratada en peripecias sólo al alcance de una personalidad fuera de lo común. “Nadie sabía que, aparte del esquí, para ganar algo de dinerillo conducía la furgoneta del equipo nacional de estación a estación, y a lo mejor eran 2.000 kilómetros cada viaje”, desvela Espinosa. Aquel cúmulo de genialidades, que en lo deportivo añadieron al oro de Sapporo el bronce mudialista de Saint Moritz 1974 y 37 campeonatos de España de todas las modalidades, culminó el pasado lunes, cuando las campanas de la Iglesia de San Sebastián tocaron a difunto. “Después del homenaje que recibió el día 28 de octubre subí a su casa y me dijo: Enrique, si tardo cinco minutos más en subir, me muero. Fue la primera vez que le vi mal, en la curva descendente. Le llamaba todos los días y ayer (por el domingo día 5) hablé con Chus (María Jesús, esposa de Paco). Siempre hablaba con él, pero ya no se pudo poner porque estaba sedado con morfina. Sólo se despertaba, parece mentira, a las horas de comer”. En esos últimos días, Paquito no sólo combatió el cáncer linfático que lo consumía con una entereza ejemplar, sino que aprovechó para tener un gesto inaudito: “Le dijo al médico que lo atendió: mire usted, mañana tengo que ir a una mesa redonda sobre el cáncer. El doctor le dijo: pero Paco, estás enganchado a esto, a lo otro, no te podemos mover. Y él dijo: ya, pero me van a desenganchar de todo, me ponen en una silla de ruedas, yo voy, me dan cuatro millones y se los doy a la Asociación de Lucha contra el Cáncer, que buena falta le hace. Gestos de esos los tuvo siempre”. Gracias a ellos, y a su carrera, ya es hijo predilecto de Cercedilla, inmortalizado en la imponente estatua que preside la plaza.

Cronología de una carrera irrepetible

26 de febrero de 1950: Nace en Madrid
1953: Su tío Manolo le regala sus primeros skis
1963: Disputa su primera competición internacional en el Gran Premio de Andorra. Queda cuarto en slalom y gana la categoría juvenil.
1964: Derrota al campeón de España, Luis Viu, en el Trofeo Primera Nieve, en el Valle de Arán.
1966: Se cae en Cervinia. Dos meses de baja.
1967: Se proclama campeón de España de slalom especial, gigante y combinada.
1968: Debut olímpico en Grenoble. 23º en slalom.
1969: Gana en Andorra en slalom y gigante.
1970: 9º en el slalom del Mundial de Val Gardena.
1972: Oro olímpico en el slalom de Sapporo. Se le impone la Medalla de Oro al Mérito Deportivo.
Febrero 1974: Bronce mundialista en Saint Moritz.
Marzo 1974: Primer triunfo de Copa del Mundo en el slalom de Zakopane (Polonia).
1975: 2º en la combinada de Kitzbuehel y Megeve
1976: Olímpico junto a sus hermanos Juan Manuel y Ricardo en los Juegos y Mundiales de Insbruck. 6º en la combinada y 9º en slalom.
1978: 22º en el Mundial de slalom de Garmish.
1979/80: Finaliza la Copa del Mundo entre los diez primeros en la combinada de tres pruebas. 5º en la combinada de los Juegos de Lake Placid 80. Tras ellos, permanecerá en Estados Unidos compitiendo y comenzará a impartir cursillos en Suiza y Francia. Deja la competición y se hace representante de la marca Ellese, abriendo dos tiendas de material deportivo en Madrid.
2001: El Estado reconoce su carrera con la Gran Cruz de la Orden del Mérito Deportivo, junto al Premio Príncipe de Asturias, el mayor reconocimiento a un deportista
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