Sin apoyar la espalda
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
No apoyé la espalda en el sofá de mi casa en todo el quinto set de la inmensa final del Abierto de Australia de tenis que el pasado domingo disputaron Rafa Nadal y Novak Djokovic. Y no lo hice por un inmenso respeto hacia el cansancio de dos jugadores inmortales cuyas caras de sufrimiento, tras casi seis horas de partido, ya han pasado a la historia del deporte con mayúsculas.
Es fácil criticar a un deportista con el mando a distancia y una cerveza en la mesa. Sobre todo cuando uno nunca se ha puesto unas zapatillas ni una sola vez en la vida. ¿Qué es el sufrimiento? Los rostros de Nadal y de Djokovic en los últimos puntos del duelo es sufrimiento. ¿Qué no podían ganar los dos? Yo creo que sí. Ganaron los dos, pero la Copa de campeón solamente se la podía llevar uno. Y sin fuerzas ya para cargar con ella. Nadal y Djokovic se fundieron en un abrazo tras el desenlace. Sin poder apretar.
Y, diga lo que diga el palmarés, los dos finalistas se proclamaron vencedores. Ya en frío, Rafa Nadal habrá lamentado haber estado tan cerca de doblegar al serbio, que a día de hoy representa en tenis el poderío que ostenta el Barcelona en el mundo del fútbol. El Real Madrid cada día está más cerca de los todopoderosos azulgranas. Y Nadal, reconocido madridista, también dio un paso importante el pasado domingo para acercarse a un jugador inmenso.
Parece que le tiene comida la moral. Djokovic a Nadal y el Barcelona al Real Madrid. Pero los últimos duelos entre ambos han sido de los más igualados de los últimos tiempos. Que no tarde en llegar el próximo. En el sofá espero... sin apoyar la espalda.