PSOE: ideas antes que personas
Eric de la Cruz (*) Colectivo Rousseau
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Todavía conservo algún número de la revista “El socialismo del futuro”, que en un intento de constituir una izquierda europea, después de la caída del comunismo, se nucleaba en torno a Lafontaine, Ochetto, Rocard, Gorbachov, con una participación activa de Alfonso Guerra que ya detectaba contagios del neoliberalismo en el socialismo español. En los salones de un conocido hotel de Madrid tuve ocasión de escuchar a Adam Schaff, devorando a partir de ese momento sus libros.
Decía muy frecuentemente que había que aprender de los errores del “socialismo real” que degeneró en el ‘comunofascismo’, y que para construir el socialismo moderno había que saber adaptarse a los cambios sociales producto de la revolución tecnológica. Con Ralph Miliband entramos en una era de escepticismo, levantando nuestro ánimo unicamente Norberto Bobbio, que con su libro “izquierda-derecha” logró situar el debate por encima de los habituales medios de comunicación.
Lo cierto es que con la señora Margaret Thatcher pudimos constatar la implantación de las políticas neoliberales y como la sociedad de los tres tercios se iban abriendo paso. Nos encontramos así con un tercio dominante (grandes propietarios de los medios de producción, de comunicación y élites administrativas), un segundo tercio compuesto por funcionarios profesionales, técnicos y clase obrera organizada con empleos estables, y por último un tercero que estaría abocado a la marginación, los trabajos precarios, la flexibilidad y la inseguridad. La estrategia de lo que podíamos denominar “capitalismo popular” consistía en incorporar sectores de la clase obrera al segundo tercio, para culminar en lo que Galbraith denominó “la cultura de la satisfacción”. El tercer tercio sería siempre minoritario, sin posibilidad de alterar nunca las reglas de juego.
Gorz y también Lafontaine quieren ir más allá del Estado de Bienestar, y plantean poner límites al crecimiento económico y reducir el tiempo de trabajo a favor de un mejor ocio de los ciudadanos, dos cuestiones alejadas del productivismo y del economicismo. Esta forma de ver la política no cuaja, pues las élites consideran que no va a dar réditos electorales, ya que una parte de las clases medias no va a estar dispuesta a compartir su suerte con los sectores más desfavorecidos. Surgen entonces el discurso de la Tercera Vía, que defendieron Blair y Schroeder, buscando un camino intermedio entre la derecha económica neoliberal y el viejo Estado de Bienestar keynesiano, recogiendo elementos del individualismo de las clases medias, dando por superado el viejo esquema del movimiento obrero. Se produce la ruptura de Lafontaine con el SPD y en España se proyecta en la simplificación renovadores-guerristas, sin que estos últimos terminaran de crear la corriente de Acción Socialista que algunos reclamamos.
El primer Zapatero estuvo impregnado del republicanismo de Pettit, y sin que se le diera un día de tregua por los ‘Jinetes del Apocalipsis’, logró llevar políticas y talantes en el tema de los derechos sociales que no voy a enumerar por ser suficientemente conocidos, hasta que llegó el fatídico día 12 de mayo anunciando políticas de ajuste, hundiendo al PSOE en el noveno círculo del infierno de Dante, el de los traidores a sus ideales, a su familia y al bien común. En estas circunstancias y ante dos derrotas electorales de calado: ¿Cómo revitalizar el proyecto socialista? ¿Cómo lograr, según el profesor Santesmases, aunar una alianza entre las clases medias profesionales, la clase trabajadora y los sectores excluidos? Aquí es donde está la clave del futuro de la socialdemocracia y no en si elegimos a Chacón o Rubalcaba. Tenemos que hacer pedagogía frente a los discursos populistas, xenófobos y nacionalistas que se nos avecinan; necesitamos una Ejecutiva Federal que reorganice el funcionamiento de las agrupaciones, hay un malestar creciente en la ciudadanía que el PSOE necesita reconducir hasta llegar a ser aquel que gráficamente representaba José Ramón en las primeras campañas electorales.
(*).- Colectivo Rousseau