Distintas formas de entender la política cultural
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
En una época de crisis como la actual sería un error prescindir de actividades culturales consolidadas y que se han convertido ya en un referente, como es el caso del Festival Flamenco de Torrelodones, que alcanza este año su octava edición. Por eso cabe aplaudir la decisión del Equipo de Gobierno de mantener este ciclo pese a no contar con la subvención regional, que en 2010 ascendió a 76.000 euros. Con un presupuesto bajo mínimos (apenas 16.000 euros), los responsables artísticos y municipales han conseguido sacar adelante un festival más que digno, lo que viene a confirmar que no siempre es necesario programar a golpe de talonario. La presencia de Valderrama y Carmen Linares da continuidad a un cartel que a lo largo de las sucesivas ediciones ha visto pasar a figuras como Diego El Cigala, La Moneta, Sara Baras, María Pagés, Gerardo Núñez, Arcángel, Miguel Poveda o Estrella y Enrique Morente, quien será recordado con una emotiva tertulia el próximo día 17. Porque la calidad no sólo significa dinero, sino también imaginación y, sobre todo, la existencia de una política cultural que trascienda los grandes nombres.
Todo lo contrario que ocurrió durante años en Collado Villalba y que llevó a la desaparición de festivales como Viacelta y, especialmente, Viajazz. Nadie puede poner en duda la importancia de artistas como B.B. King, Bob Dylan o Elton John, pero sí que el Ayuntamiento, entonces encabezado por José Pablo González (PSOE), asumiera el pago de cachés que las arcas municipales no estaban en condiciones de permitirse, más aún si después de los macrofestivales no se potenciaba la cultura en el día a día.
Parece que en Torrelodones han optado por seguir un camino más racional, acorde con la actual situación económica, sin por ello sacrificar un festival que, pese a haberse visto contra las cuerdas, ha logrado sobrevivir gracias al empeño de todos sus protagonistas.