El barómetro
Dos filosofías
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
El fútbol de Collado Villalba ha vuelto a retomar la vieja idea de fusionar sus dos clubes, el Unión y el Atlético. La iniciativa no es nueva y, en 27 años de convivencia, siempre se ha estrellado en los prejuicios, la falta de diálogo y la necesidad de cada uno de tener su propia cuota de independencia, por el choque de dos filosofías contrapuestas: la del club comprador, con vocación de subir al fútbol nacional y organizado en clave asamblearia, el Unión, y la del club puramente aficionado, sin grandes pretensiones, más allá de la cantera, y administrado por el mismo núcleo directivo, el Atlético.
Precisamente la salida de Carlos Sanz hacia la Concejalía de Deportes, tras dos décadas como presidente atlético, confiere al nuevo intento de fusión un plus de credibilidad, acentuado aún más si cabe por el empeño personal del propio alcalde en cerrar la unión. Agustín Juárez, habitual en los partidos de unos y otros, está mostrando una gran sensibilidad con el caso, aderezada además por la consecución de un patrocinador común para los dos equipos que vendrá a paliar, veremos si totalmente o en parte, la anunciada supresión de las subvenciones. Es un primer paso reforzado por la autoridad moral propia de un Gobierno municipal estrangulado económicamente y que por ello se ve obligado a fomentar fusiones. Se ha conseguido en baloncesto, con la AD Villablanca y el Basket Villalba, y el fútbol no debería ser la excepción, siempre y cuando se cuiden dos importantes detalles: que el nuevo club dé cabida a las ideas y sensibilidades de las dos partes y, si no, que se consensúen unas nuevas; y que el intervencionismo del Ayuntamiento no mute a posturas de imposición mientras hablemos de dos entidades privadas.
Se trata, en suma, de llevar a cabo una fusión y no una absorción, por más que la superioridad estructural del CUC Villalba pueda inducir a ello. Es lo que en el fondo ha tenido en posturas defensivas a un Atlético Villalba orgulloso de tener un modelo invariable en el tiempo y, no por modesto, menos necesario.