El patrimonio de nuestros 611 parlamentarios
José M. Estévez
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Hoy toca hablar de patrimonio. Pero no se inquieten, no voy a jugar con el origen etimológico del término ni con su corrección o incorrección política; ni siquiera voy a hablar del famoso impuesto de patrimonio, tan debatido estos días y que afectará a las cándidas clases medias altas que han preferido tenerlo todo a la vista antes que participar en el juego de esas sociedades que crean los realmente ricos y que les hace parecer pobres o burlar al fisco.
Lo que hoy propongo es un debate en torno al resultado de la suma de ingresos, ahorros, propiedades y deudas que acumulan cada uno de los 611 parlamentarios que nos representan en el Congreso y en el Senado. Y es que la reciente publicación de sus datos ha hecho que al resto de los mortales nos surjan ciertos interrogantes a propósito de la riqueza o pobreza de sus señorías.
Llama la atención la disparidad del tamaño de las alforjas que atesoran. Tras revisar los datos de las Cortes, uno se pregunta cómo es posible que unos lleguen a acumular hasta casi seis millones de euros, como una conocida ex ministra y diputada socialista, y otros no dispongan en sus cuentas más que de unos pírricos miles de euros. O cómo puede ser que haya señorías que con los sueldos que declaran hayan podido acumular hasta 13 préstamos, como en el caso de un diputado del PP, o 10 hipotecas y tres avales, como muestra un senador de CiU. Nos topamos con casos en los que los ingresos declarados nunca podrán saldar las deudas contraídas (analicen el famoso matrimonio entre una diputada del PSC y un diputado del PP) y con otros que, pese a no tener deudas y apenas propiedades, sus cuentas corrientes semejan vacías (repasen los datos de un conocido senador del PSM que gana 60.000 y declara haber ahorrado unos 1.400 euros, o de ciertas senadoras del PP). Aun así, y pese a las diferencias entre unos y otros, de media sus señorías poseen unos 163.000 euros y dos casas por cabeza, lo cual no está nada mal para los tiempos que corren.
¿Estamos ante un ejercicio de transparencia o presenciamos un acto más de demagogia política? ¿Qué méritos han hecho desde su escaño? ¿Por qué no nos dicen qué y cuánto tenían cuando entraron en política para compararlo con lo que ahora poseen? ¿Qué hay del incremento patrimonial de sus amigos, familiares y cónyuges? ¿Han progresado razonablemente durante los años de mandato de sus allegados políticos? ¿Son más listos los políticos o los que se mantienen fuera pero a su lado? ¿Son más astutos aquellos parlamentarios que han conseguido incrementar su patrimonio con el mismo sueldo que aquellos otros que parecen haberlo malgastado o no han sabido invertirlo? ¿O son más sospechosos? ¿Cuáles nos dan más seguridad para gestionar el dinero público? ¿Infunden más confianza los que llegan al poder desde una situación de solvencia económica o atesorando un puesto laboral de prestigio, o aquellos que defienden toda una vida por y para la política? ¿No deberíamos subir el sueldo de los políticos, de forma que a los profesionales más competentes les entrase la vocación?