Internet, Wikileaks y Derechos Humanos
Tomás Alberich
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Si en un artículo anterior comentábamos los retrocesos en Derechos Humanos durante 2010 en algunos países y especialmente en ex colonias españolas (Sahara, Guinea Ecuatorial...), vemos con satisfacción como 2011 ha comenzado con signos contrarios.
Aunque, antes de comentarlos, insistiré en la denuncia sobre Guinea, a raíz del vergonzoso espectáculo del Presidente del Congreso de los Diputados agasajando a un dictador criminal como es Obiang. En su reciente visita ¿de Estado? y acompañado de representantes de CiU, PP y PSOE, Bono ha declarado “lo que nos une es muchísimo más que no que nos separa” a él y al dictador. Guinea es un país rico que vive en la pobreza porque Obiang y la cúpula militar que le apoya, se quedan con el 95 por ciento de los beneficios de la explotación del petróleo y de otras riquezas. Su fortuna familiar se calcula en decenas de miles de millones de euros. ¿Tan unido está el señor Bono con semejante criminal para hacerle su igual?
Pero el último año seguramente pasará a la Historia internacional de los Derechos Humanos por dos hechos bien diferentes: el comienzo de un gran recorte de los derechos sociales (con la ‘crisis’ como justificante); y por los avances en la libertad de expresión y de información que ha supuesto Wikileaks y el nuevo Internet.
Por eso queremos hablar de algunas buenas noticias. De cómo dictaduras cercanas van cayendo o retrocediendo y del papel que están jugando las nuevas formas de comunicación de este proceso democratizador que afecta desde lo más local a lo global.
Con la publicación de cientos de miles de documentos clasificados Wikileaks se ha contribuido a dar un paso de gigante en la historia de la transparencia internacional. Les ha sacado los colores a cientos de gobernantes, acostumbrados a que sea el poder, su poder, el que cada vez espíe más a los ciudadanos. Les ha sacado de quicio el que, por una vez, ellos hayan sido los espiados y los ciudadanos los que estén informados de sus manejos y chanchullos. Wikileaks redefine el mundo, o ha contribuido decididamente a redefinirlo, porque la causa no es Wikileaks y mucho menos su fundador Julian Assange. Si fuera ese el problema, los americanos y otros hace tiempo que lo hubieran eliminado físicamente. Afortunadamente parecen haberse dado cuenta de que la ejecución de Assange no les habría resuelto ningún problema: lo hubieran convertido en héroe y las denuncias seguirían, multiplicadas desde nuevos grupos wikileando. Cientos de profesionales del Pentágono y del espionaje dedicados al tema han escogido, de momento, la vía de su desprestigio. Matar la mensajero ya casi no sirve. Ni a nivel local (las corrupciones, el amiguismo, las conexiones... fácilmente aparecerán publicadas o colgadas en la Red, tarde o temprano) ni a nivel global. Las denuncias de Wikileaks y la expansión de las nuevas redes sociales virtuales han sido determinantes en la caída de los dictadores de Túnez y Egipto. El tablero de juego ha cambiado y sus reglas también. Grupo de jóvenes (y menos jóvenes) ya no se dejan seducir por la propaganda oficial ni por ideologías cerradas o caducas.