OPINIÓN
Otro año complicado
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Comienza Valdemorillo y la temporada 2011 volverá a ser difícil. El sector está preocupado por el hecho de que el público no asista a las plazas. Su viabilidad puede peligrar en muchos casos. Llevamos un par de años recortando en las plazas menores, pero no se puede suprimir ni uno más, excepto en Collado Villalba, donde la ruina municipal hace necesarios los ajustes después de años de derroche y excesos.
En 2011 la espada de la reducción de festejos va a llegar a plazas importantes y consolidadas donde parecía casi imposible que esto sucediera: Valencia, Santander, Alicante, Granada o Colmenar, entre otras, ya han metido la tijera. Los políticos, muchas veces, no son conocedores de la situación, y están sacando a concurso sus plazas de toros, que se están quedando desiertas por falta de empresas. No está el patio para arriesgarse. Las plazas de titularidad pública y privada deben aclimatarse a la situación y redactar pliegos consecuentes. No se pueden ofertar los festejos de los tiempos de bonanza porque la viabilidad es nula o al final revientan el sistema.
En el campo, hace meses que se encendieron todas las alarmas. Sobran toros por todas partes y el precio del ganado está por los suelos. Están desapareciendo ganaderías. Los de la élite no tienen problemas; los de la zona intermedia, medio se defienden; y el resto tienen un futuro negro.
A todo esto, se suma el incremento del pienso, que ha alcanzado cotas desproporcionadas. Hasta cuatro veces ha subido en los últimos meses y esto es otro mazazo para los ganaderos. Los empresarios se aprovechan y ofrecen cantidades irrisorias, pero ellos no bajan las entradas.
A esto hay que sumar que no se dan festejos y el sobrante de toros es cada vez mayor, aunque muchos ya han optado por llevarlos directamente al matadero. Las grandes ferias van a funcionar sin problemas y donde estén las principales figuras el público va a seguir comprando una localidad.
Pero la Fiesta va más allá de eso. Y el problema es para todos. También para los banderilleros, que al torear menos no van a poder vivir de la profesión. Igual pasa con los matadores medios, que ya no podrán mantenerse al nivel de antes.