“Más vale tarde que nunca”, señaló el alcalde de Galapagar, Daniel Pérez, a la hora de reivindicar el merecido homenaje que este ilustre vecino de la localidad tendría que haber recibido hace muchos años. Este Equipo de Gobierno no ha querido dejar pasar más tiempo y el primer paso se dio el pasado 26 de Julio, cuando el novelista y poeta Ricardo León fue honrado con el título de Hijo Adoptivo de la localidad. Ahora, unos meses más tarde, los familiares del homenajeado han recibido el título acreditativo, además de descubrir la placa que da nombre a la plaza de Ricardo León y el busto que, cedido por la familia, presidirá desde ahora la entrada del Centro Cultural La Pocilla. A juicio del regidor, se trata de un merecido aunque modesto homenaje para dignificar la memoria de este literato con raíces galapagueñas, con el deseo de que sirva de ejemplo para generaciones venideras. “Es ejemplo de vida dedicada a la literatura y ejemplo de dedicación y constancia de una persona que lo ha dado todo por la cultura, por lo que es justo reconocer su mérito y contribución a elevar el nombre de Galapagar a lo más alto”, manifestó el alcalde, recordando que este municipio es cuna de grandes figuras relevantes de las letras españolas, motivo por el que “una vez más hemos de sentirnos orgullosos de ser de Galapagar”.
En su discurso, Daniel Pérez ha querido dirigirse especialmente al público más joven, a los estudiantes de la localidad asistentes al acto, a los que hizo un llamamiento “a la cultura del esfuerzo, de la educación y del respeto a los profesores”.
Un emotivo homenaje que culminó con un recital poético acompañado de guitarra española, poniendo música y voz a los versos del propio Ricardo León.
Un escritor reconocido
Ricardo León y Román fue un escritor reconocido por ilustres figuras de su tiempo, como Azorín, Concha Espina o Valle Inclán. Perteneciente a la corriente literaria modernista del siglo XX y al epígono del 98. Fue miembro de la Real Academia Española y autor de novelas como El amor de los amores, Alcalá de los Zegríes o Casta de hidalgos. Su estrecha vinculación con Galapagar se inicia con la construcción de su casa Santa Teresa, en la que, junto a su familia, reside de 1921 a 1943, en donde recibe la visita de innumerables escritores, intelectuales y artistas, destacando su amistad con Jacinto Benavente, ambos vecinos de la localidad. Sus restos mortales permanecen en el panteón familiar del cementerio de Galapagar.