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OPINIÓN

¡Adiós, Entero!

¡Adiós, Entero!
Por ALFREDO FERNÁNDEZ
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Como si fuese una infidelidad, el afectado siempre suele ser el último en enterarse. Algo parecido le ha pasado a Tomás Entero con su novillero Alberto López Simón, que cuando se ha enterado hacía días que todos conocíamos que ya estaba rota la relación. Incluso se dejó caer un día antes por Galapagar, en unión del torero, para recoger un trofeo, cuando tenía las horas contadas antes de que su torero le diera boleto, pero todo debía ser cuestión de figurar.

La ruptura parece que ha sorprendido al empresario serrano. Muy lejos de toda realidad. A lo largo de la temporada había habido desencuentros. Contra toda lógica y prematuramente, Entero le quería dar la alternativa en Zaragoza. Sería su ego y decir que le contrató en Valdemorillo y le hizo matador en La Misericordia.

Su mentor buscó la coherencia. También evitó que debutase en Madrid cuando supuestamente Entero quería que estuviese sin haberle preparado antes. Son los errores de un neófito.

López Simón ha sido uno de los ejes sobre los que ha pivotado el escalafón de novilleros este año. Es lógico que busque gente con más fuerza y conocimientos en el entramado taurino. Entero se mueve hábilmente entre políticos de gaches y convenciendo a las comisiones, pero la élite empresarial le viene muy grande.

El verdadero apoderado de esta gran promesa del toreo siempre ha sido y será José Luis Maganto. Su preparador, su protector y el que al final tiene la última palabra. No salía en las publicidades como el empresario, no aparentaba ni figuraba, pero en silencio pule y hacer crecer al torero de Barajas. Maganto es un hombre listo que consiguió poner a César Jiménez en figura.

Si el torero ha toreado un buen número de novilladas ha sido gracias a su muleta y su espada. Algunas novilladas le ha hecho Entero, pero las de más garantías eran cosa de Maganto. Las peores novilladas que mataba eran las de sus plazas porque compra ganado barato y malo. Así ocurrió en Collado Villalba con un infumable encierro de Bayones. También le hizo algunas que, dadas las condiciones del torero, jamás debió matar porque le pudieron quitar sitio más que dárselo. Esperemos que ahora no tome represalias y deje de contratarle. ¡Adiós, Entero!
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