Las comparaciones son odiosas, pero significativas
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Ya se sabe que las comparaciones son odiosas, pero resultan inevitables, y más cuando son especialmente significativas. Apenas 20 kilómetros separan Collado Villalba de San Lorenzo de El Escorial, pero, en cuestiones económicas, las diferencias parecen bastante más importantes. Desde luego que el actual escenario no permite hacer alardes, más bien todo lo contrario, y el Ayuntamiento del Real Sitio no es una excepción, a pesar de que su nivel de endeudamiento se encuentre por debajo del que existe en otros municipios de la comarca. Pero donde más llamativas resultan las diferencias es en situaciones que podrían pasar por anecdóticas, pero que en una coyuntura como la que padecemos no lo son.
Decía ayer el regidor sanlorentino que el coche de Alcaldía, “a diferencia de otros”, se compró hace seis años, sin recurrir al renting; añadía luego que el Consistorio no tiene asesores ni cargos de confianza; proseguía indicando que entre sus prioridades está pagar puntualmente a contratas y proveedores; anunciaba además recortes en las subvenciones a las asociaciones, y mientras enumeraba las distintas medidas adoptadas por su Ejecutivo, en el inconsciente iba dibujándose cada vez con mayor nitidez la situación en el Ayuntamiento de Collado Villalba, donde cualquier parecido con esta realidad es pura coincidencia: el alcalde ha aprobado la adquisición de un nuevo vehículo mediante renting, con un coste superior a 40.000 euros; cuenta con nueve cargos de confianza; el coste salarial de su Equipo de Gobierno es exponencialmente más alto; se acumulan los problemas en el pago a proveedores y empresas (no hay más que ver el caso de la adjudicataria del servicio de ayuda a domicilio para personas dependientes, del que hablamos en la página 5 de esta edición de El Faro del Guadarrama); mantiene una millonaria subvención para los festejos taurinos; perpetúa las ayudas a las asociaciones, etc.
Puede que José Luis Fernández Quejo no tuviera la intención de establecer la citada comparativa, pero el caso es que los datos y los hechos se bastan para dejar claro que hay otra manera de hacer las cosas. Y de nuevo, como en tantas otras ocasiones a lo largo de la última década, la imagen de Collado Villalba es la del despilfarro, el gasto sin control, las obras faraónicas, un ejército de asesores y aduladores a sueldo, el endeudamiento creciente y la constatación de que no ya el municipio, sino quienes están al frente del Consistorio, han estado viviendo demasiado tiempo por encima de sus posibilidades y, sobre todo, de las de sus ciudadanos, que son quienes realmente tendrán que sufrir las consecuencias los próximos años.