SU EVOLUCIÓN ES ESPECTACULAR Y SU PROGRESIÓN HA DEJADO PERPLEJOS A LOS MÉDICOS
José Tomás salva su vida en Aguascalientes en días de mucha tensión, miedo e incertidumbre
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
José Tomás se recupera a una velocidad de vértigo de la gravísima cornada que sufrió el pasado sábado 24 de abril (madrugada del domingo en España) en la Monumental de Aguascalientes (México), cuando fue prendido por un astifino toro de Pepe Garfias, que a punto estuvo de costarle la vida al genial torero de Galapagar. Lo que vamos a relatar a continuación no pretende cebar morbo ni alimentar tragedia, sino contar lo ocurrido, y dejar claro que quien se viste de luces se juega la vida sin cuentos. José Tomás ha vuelto milagrosamente a la vida, porque en esta profesión se muere o se triunfa y esto no pasa en otras, Aquí un tío juega con la muerte, creando arte y buscando el triunfo. Sirva tanta verdad y grandeza para que los antitaurinos comiencen a respetar un poco y se den cuenta que esto es algo real y que no hay mentiras, con independencia de los gustos.
Tampoco hemos querido mostrar al José Tomás moribundo, sino a ese torero grandioso y triunfante que es. José Tomás ha nacido por tercer vez en su vida. El triunfador volverá, de eso estamos seguros. Dejemos pasar el tiempo. El percance tuvo un dramatismo espeluznante y durante horas , desde la distancia, a todos nos encogió el alma. Frente a su primer oponente, José Tomás había protagonizado una gran faena, con momentos tremendos, pero otra vez la espada se había llevado el doble trofeo.
Dos puñales
En quinto lugar saltó Navegante, un toro con mucho cuajo y dos puñales de la ganadería de Santiago. Le estaba haciendo una valerosa faena y ya le había avisado en un par de ocasiones. Este torero, como saben, no busca el alivio, y al realizar el pase del desdén, el toro prende por la pierna izquierda y le mete el astifino pitón por el triángulo de escarpa, infiriéndole una cornada de 15 centímetros, donde fueron dañadas la arteria femoral, safena e ilíaca, además de causar unos grandes destrozos musculares.
Rápidamente, el torero cae inerte en la arena y es trasladado de urgencia hasta la enfermería de la plaza, dejando por el camino un importante reguero de sangre, puesto que la hemorragia era muy abundante.
Entre las personas que recogieron a José Tomás se encontraba el diestro de Colmenarejo, Alberto Elvira, apoderado del azteca El Payo. Su rostro reflejaba la seriedad y gravedad del percance, ya que el grifo de sangre que manaba de la pierna del genial torero madrileño no cesaba.
En ese momento, el banderillero hidrocálido Alejandro Prado Mirelés, del que poco se ha dicho, hace algo decisivo e introduce su puño en el boquete, ayudando a cortar un poco la abundante hemorragia. Posteriormente, esta decisión fue determinante. En la enfermería se vivieron momentos angustiosos y de verdadero pánico. El torero perdió cerca de seis litros de sangre y la vida de José Tomás se marchaba lentamente. Una enfermería, dicho sea de paso, en unas condiciones sanitarias lamentables y sin el material mínimo para realizar una intervención con ciertas garantías, por mucho que se diga lo contrario. De hecho, no había la sangre suficiente para aplicar las transfusiones necesarias.
Antes de perder la conciencia, José Tomás, como prueba una vez más de su serenidad y tremendo valor, pide calma a todos los que se encontraban en la enfermería, porque allí se vivieron escenas de caos. Poco después, entró en estado de shock y perdió el conocimiento.
El miedo era tremendo y por la megafonía de la plaza se hizo un llamamiento para buscar donantes de sangre, ya que el torero necesitaba transfusiones con urgencia. El diestro tiene un grupo sanguíneo complicado, A negativo, y se necesitaba plasma para reflotar la vida del genio de Galapagar. El reguero de sangre era dramático y todavía conmueve ver las imágenes donde aparece José Tomás padre envuelto entre lágrimas al ver que la vida de su hijo corría un serio peligro. Según ha podido saber El Faro del Guadarrama, fue clave la intervención del gobernador de México, quien puso en marcha un helicóptero que aterrizó en la plaza y que en pocos minutos llevó el plasma que se necesitaba para realizarle transfusiones de hasta ocho litros, salvando así primeramente la vida del torero, que estaba al filo de la muerte.
Se obró el milagro
El milagro, afortunadamente, se hizo realidad gracias también a las dichosas manos de los doctores que le atendieron, Alfredo Ruiz Romero y Rogelio Pérez Cano, que realizaron un gran trabajo y que tras lograr estabilizar al torero, lo evacuaron al centro hospitalario, con ayuda de la Policía. La celeridad fue decisiva y el doctor optó por abrirle la pierna sin utilizar ninguna anestesia. En el Hospital Antonio Hidalgo fue operado con éxito por espacio de tres horas y media, para posteriormente pasar a la UVI.
Un rayo de esperanza
Las noticias que nos llegaban desde México durante la madrugada y el domingo eran duras, contradictorias y vividas con mucha incertidumbre.
Hasta las 1.30 del lunes no se vio un pequeño rayo de luz. Fue entonces cuando se le retiró la respiración asistida y José Tomás padre ya pudo hablar brevemente con su hijo sin apreciar secuelas o daños. Incluso el torero, con su envidiable tranquilidad, tuvo hasta tiempo de bromear con los médicos. Pudo ver a su madre y a su novia Isabel, que partieron rumbo a México nada más producirse el percance.