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EL MIRADOR

Nueva ley electoral

Por: P. Ledo

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h

La situación política es lamentable, y afirmar esto no es catastrofismo, sino recoger el sentir de la calle. Unos, en el Gobierno, lo hacen más que mal, eluden sus responsabilidades y tienen muy cabreado al personal. Otros, en la otrora floreciente Cataluña, se entretienen con un pan tumaca de independentismo, a la vez que se cuidan de engordar la faltriquera. Más allá, en las Islas Baleares, unas minorías de politiquillos folklóricos tratan de imponer sus cócoras opiniones. Por el sur, en la soleada Andalucía, se mantiene la bicoca de vivir trabajando en el paro o de la subvención oficial vía parental.

En fin, el PP también se ha aficionado a su papel y acepta, rechistando lo imprescindible, que el PSOE se haga la cusca en su propio terreno. A estas alturas de la desfeita zapateril, el PP tenía que llevarle un 10-15 por ciento de ventaja a los socialistas en las encuestas electorales. Se lo han puesto a huevo. ¿Qué pasa que no arranca con decisión? Algo no funciona bien. ¿Por qué no se hace un psicoanálisis? Alguien, con razón, ha dicho que la política actual española es una “jaula de grillos histéricos” donde lo que más se deja oir son los cantos de los minoritarios nacionalistas. En medio de esta algarabía, se ha encaramado una voz potente, sensata e inteligente. Me refiero a Núñez Feijoo, que el pasado 8, en el periódico El Mundo, ponía el dedo en la llaga de la política española. “Es necesario cambiar la ley electoral para que los minoritarios no se impongan a las mayorías”. Aquí esta el quid de la cuestión. Hace falta una regeneración de la política nacional en todos los ámbitos territoriales y en todas las esferas del poder. Para todo ello, el primer paso es un cambio radical de la vigente ley electoral.

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