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T PEÑAJARA SALVA EL HONOR EN LO GANADERO, MIENTRAS QUE CURRO DÍAZ Y LEANDRO DEJAN DETALLES

Valdemorillo: Ayuntamiento, propietario y empresa, culpables de una feria decadente

Miguel Abellán, en la corrida del sábado  (Foto: Francisco Díaz)
Miguel Abellán, en la corrida del sábado (Foto: Francisco Díaz)
Por ALFREDO FERNÁNDEZ
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Al final pasó lo que tenía que pasar. La feria de Valdemorillo 2010 ha tenido los peores resultados que se recuerdan en muchos años. Unos carteles mediocres tenían que dar de sí una ciclo deplorable, y salvo aspectos aislados muy concretos, el serial ha provocado la insatisfacción de los aficionados y de los vecinos de esta bonita localidad serrana.

Una feria donde ningún matador ha abierto la puerta grande ya dice bastante, y no es porque ni público ni presidente sean duros.

Ciclos así son indefendibles. Apoyo y creo en la buena afición de este municipio y por eso me duele que esta entrañable gente se sienta estafada. El reconocido periodista Vicente Zabala de la Serna dijo: “Me recordó la plaza de talanqueras de antes del 78”, y a mí me ha parecido lo mismo, pero desde finales de los 80 que llevo asistiendo a esta feria. Y me da rabia porque el público acude a la plaza y esto hay que cuidarlo. Las cosas se pueden hacer de otra manera .

Ni presentación ni buen juego del ganado en líneas generales, y los toreros tampoco estuvieron a la altura. Varios de ellos nunca debieron contratarse en la que dice ser la primera feria del calendario.

Rascando en el baúl pocas cosas encontramos de interés: la prometedora reaparición del novillero Arturo Saldívar; los detalles de Curro Díaz y la buena actuación del novillero sin picadores López Simón. Dicen que Leandro pudo cortar no sé cuantas orejas, pero su actuación fue más de apuntar que de disparar en el blanco como su lote mereció.

En el apartado ganadero, podemos rescatar la presentación y el juego de la corrida de Peñajara y un par de novilletes meones liados en la sin picadores. Del resto, una bazofia.

Antonio San Román pegó el sainete más gordo nunca visto, y mira que ya acumula unos cuantos en esta y otras plazas, casi siempre de la mano de Tomás Entero, que es quién confía en estos casi siempre moruchos. Pero vayamos a desglosar detenidamente lo que pasó en el ruedo.

Leandro sí, pero...

El único festejo salvable de la feria fue la corrida de toros celebrada el sábado 7. Se lidió un lote de Peñajara, divisa a la que se notó en vías de recuperación tras la decadente temporada 2009. Hubo dos toros de buena nota, segundo y quinto, ambos enlotados por Leandro. Su toreo es estético, de componer muy bien la figura y hacerlo con gusto, eso es indiscutible. Pero también hay que decir que estuvo por debajo de la condición de sus dos oponentes.

Su primero fue bravo en varas y embistió en la muleta. Fue una labor expresiva pero con tandas muy cortas y abusando del torear periférico y hacia fuera. Destacar una buena serie al natural con plasticidad. La faena perdió intensidad en su final. Media estocada fea y caída hizo quedar todo en ovación ante un toro de triunfo.

El quinto, bajo y bien hecho, hizo cosas feas, pero terminó rompiendo en el último tercio. Hubo una primera parte donde Leandro hilvanó dos buenas series con la derecha de toreo en redondo con bellos pasajes. Estando fuera de sitio, el toro le vio y le volteó, y partir de ahí la faena fue bajando enteros. Muletazos buenos, vale, pero sueltos; pinceladas bonitas, sólo eso. Tras pinchar cortó una oreja que sabe a poco. En Valdemorillo, le servirá; en otra plaza, una ruina...

Miguel Abellán cortó la oreja al toro que rompió plaza. Un trasteo del madrileño a media altura para que el de Peñajara no se cayera. La profesionalidad y una buena estocada le pusieron en bandeja el primer trofeo.

El cuarto fue un buey de carreta parado y sin fuelle con el que Abellán pronto desistió y porfió sin brillo.

Completó el cartel Alberto Álvarez. ¿Qué pintaba? Más bien la mona, como dicen. Su actuación fue más de novillero sin caballos y malo que de un matador de toros de alternativa.

Ante su primero dio pases anodinos sin sustancia, sitio, técnica, ni unas mínimas condiciones. El sexto fue un inválido y el maño anduvo por allí sin encontrar nada lucido. Su actuación produce sonrojo y más cuando muchos toreros con cualidades están en su casa sin un padrino.
¡Ay, San Román!
Mucho se ha dicho sobre el bodrio de corrida que envió Antonio San Román el pasado domingo 7 de febrero a Valdemorillo. El pésimo juego, su mansedumbre, su flojedad y hasta su peligro eran algo previsible en un ganado tan morucho y más propio de la media casta que del toro bravo. Pero salió aún mucho peor de lo esperado. Un flaco favor se le hace a la Fiesta con esperpentos como este, y más si el festejo es ofrecido en directo por Castilla La Mancha Televisión. Lo que no se entiende es además su presentación. Animaluchos feos, bastos, frentudos, sin cuello, mal hechos. ¿Cómo un empresario puede comprar esto? El sobrero, por ejemplo, parecía un animal exótico de un circo. Puestos así, la terna hizo lo que pudo.

Curro Díaz fue volteado en su primero. Un toro con peligro del que el torero se libró de puro milagro. Al cuarto le arrancó una oreja a base de entrega. Buenos lances de recibo para levantar una faena poderosa y valerosa con ese sello tan especial que imprime este diestro. Estuvo seguro y tras matar de media efectiva se le concedió un trofeo.

Miguel Tendero anduvo más entonado con el sexto, que embistió dando cabezazos pero sirvió algo más. Estuvo fácil y ligero, templando y toreando mucho a favor del animal para que no se rajara como el resto. Pudo haber conseguido alguna oreja, pero lo enturbió con el acero.

Luis Bolívar pechó con dos mansos de solemnidad y pronto buscó abreviar y acabar con aquello.
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