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PUNTO DE VISTA

Otros métodos de conquista

Por: A. Garce

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Creo que fue el coronel Gadafi quien dijo, hace tiempo, algo así como que a Occidente no hacía falta hacerle la guerra para conquistarlo, simplemente con introducir verdaderos musulmanes en algunos de los países que lo conformen sobraba. Los métodos, al parecer, son variadísimos. Marruecos, por ejemplo, lo experimentó en el Sáhara Occidental, antiguo protectorado español. Aquello fue una invasión pacífica en una tierra administrada por un gobierno en agonía, protagonizado por el tardofranquismo. La llamada ‘Marcha Verde’ no tuvo que lanzar misiles, ni utilizar carros de combate, ni siquiera disparar un sólo tiro. El monarca alauíta simplemente lanzó a los más hambrientos y desarrapados de su reino en dirección a la tierra prometida, sin más bagaje que sus propios cuerpos. El resultado, querido lector, ya sabes cuál fue: se le entregó en bandeja el territorio, mientras pasaban al exilio cuantos se negaron a aceptarlo.

Los enemigos de las inmigraciones cogieron estos hechos como excusa para lanzar sus invectivas racistas y xenófobas contra las políticas que los gobiernos europeos dedican al trato de los pobres inmigrantes que recibimos para que nos solucionen los trabajos que los autóctonos no queremos hacer. No te digo ahora con los problemas económicos que han generado tantos millones de parados en Europa, y más concretamente en España. Y, claro, empiezan a surgir las posturas extremas, como ha sucedido en el ayuntamiento de Vic y otros que aún no han saltado a las páginas de los medios de comunicación, pero que según los rumores no están por la labor de empadronar a los sin papeles. En lengua española se podría decir sobre esta cuestión que ni tanto ni tan calvo, porque lo primero que hay que analizar es la situación de las naciones que nos llamamos occidentales o de cultura occidental. Qué ha pasado durante el siglo XX y cómo nos adentramos en el siglo XXI. Empezando por las políticas seguidas por la familias, con el trabajo de la mujer, con el número de hijos, con las políticas educativas, con las ayudas al tercer mundo, con las corrientes llamadas laicistas que introducen una nueva concepción del hombre, con el egoísmo hedonista... en fin, con ese querer dar la vuelta a la tortilla para hundir el mismo barco que hemos construido. Sobre todo en esta triste nación que todavía llamamos España, en la que se han creado problemas territoriales que creíamos ya superados. En esta España en la que el secretismo religioso y político nos está llevando a la desaparición de nuestra fe en el futuro como pueblo. En esta nación en la que nuestros políticos son incapaces de hacer pactos de Estado sobre aquellos problemas que nos afectan a todos los ciudadanos, seamos de la ideología que seamos. Y si no, amigo lector, fíjate como se despedazan cuando se tratan temas relacionados con la enseñanza, con la crisis económica, con la política de inmigración, con la salida de la crisis o con la política internacional. ¡Si hasta el propio presidente, Rodríguez Zapatero, disiente de sus propios ministros y viceversa! Si hasta han logrado enfrentar a las comunidades autónomas en el grave problema del agua. Y más aún entre comunidades sedientes de agua. En fin, que Occidente ya hace tiempo que se está desmoronando y no hace falta que nadie nos conquiste, simplemente estamos renunciando a nuestra identidad cultural y eso es muy grave para un país o para un conjunto de pueblos como somos en Europa, donde algunos han empezado a renunciar a los símbolos que nos han unido culturalmente durante veinte siglos, como la cruz.
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